Injusticias en el párking del Clínico

Javier Romero Doniz
Javier Romero NOIA/LA VOZ.

BARBANZA

18 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Muchas veces las normas son como las telarañas: los seres pequeños quedan prendidos en ellas y los grandes las atraviesan sin mayor problema. Algo así bien se podría decir que están viviendo unos vecinos de Porto do Son cuando, a pesar de cumplir con la normativa necesaria, se quedan atrapados sin encontrar respuesta pese a solicitarla a la institución correspondiente.

La historia la cuenta el sonense, Miguel Rodríguez. Su hija Sandra, de 26 años, además de ser minusválida, sufre una enfermedad que requiere tratamiento periódico en el hospital Clínico de Compostela. Por si fuera poco con esta situación, y después de recorrer los 60 kilómetros que separan la villa barbanzana de la capital gallega, Miguel Rodríguez vive desde hace meses una situación que ha ido minando su paciencia hasta que ha decido decir «¡Basta!».

Cansado de encontrarse ocupadas un día sí y otro también las plazas reservadas para pacientes con la misma problemática que su hija, este empresario natural de Porto do Son decidió presentar una reclamación en el servicio de atención al paciente de este complejo hospitalario, siendo su intención que desde esta entidad se resolviera la tropelía que estaba y todavía está viviendo.

«Se han reído de nosotros»

En el texto de la protesta, fechada el 27 de octubre, Rodríguez relató que «están aparcando coches sin tarjeta y a veces hasta algunos conductores se han reído de nosotros diciéndonos que llame a quien quiera que no me van a hacer caso». Sobre esto, el mismo afectado añade: «Nosotros cumplimos toda la normativa para tener la tarjeta de minusválido, que hay que tramitar a través de la asistenta social por el Concello. Pero, después de tener todo en regla, te encuentras con coches que no tienen nada o bien tienen una fotocopia en color que no es legal».

La situación que este padre sonense describió en la reclamación, la amplía al hacer mención a la seguridad privada que vigila el aparcamiento del Clínico. Sobre esto, Miguel Rodríguez explica que cuando protestó «los vigilantes me contestaron que ellos llaman a la Policía Municipal, pero se ríen de nosotros y nos dicen que dejemos de molestar».

Llegados a este punto, la impotencia se ha apoderado de esta familia. A mayores, Miguel Rodríguez expone que como guinda al pastel tuvo que aguantar lo siguiente: «Estos guardias, un día que aparqué un momento en una plaza reservada para taxistas, y a pesar de verme como bajaba con mi hija para acercarla a la puerta del hospital, no dudaron en pedirme que retirará inmediatamente el coche ya que molestaba, algo que yo haría encantado, pero las plazas para minusválidos estaban ocupadas por personas a las que no les correspondía».

Esperando por Cogami

La voluntad de este padre por encontrar una solución al problema que acucia a su familia desde hace meses llegó hasta la Confederación Gallega de Personas con Discapacidad (Cogami): «Les mandé una copia de la reclamación, pero, después de recibir una llamada a los pocos días preguntando por la situación, aún sigo esperando a que alguien aporte algo de provecho a la injusticia que estamos viviendo».