La hija pródiga de O Grove

AROUSA

En octubre, Madrid acogerá una feria de la gastronomía gallega que es la hermana pequeña de aquella otra fiesta que el Concello meco ayudó a nacer en el año 1996

19 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Madrid fue, y sigue siendo, un importante caladero de turistas para O Grove. Por esa razón, cuando en el año 1995 un grupo de gallegos residentes en la capital plantearon la posibilidad de organizar en Alcobendas una mini edición de la Festa do Marisco do Grove, el gobierno municipal encabezado entonces por José Antonio Galiñanes no lo dudó. En 1996, el recinto ferial Andalucía se llenó por vez primera con el olor y el sabor de los mejores productos del mar gallego. Las carpas allí instaladas por una delegación grovense iban a actuar, según el regidor socialista, como una red capaz de cautivar a numerosos madrileños y de seducirlos para que en sus vacaciones decidiesen viajar al lugar del que salían tantos y tantos manjares marítimos. Los responsables de la Xuntanza de Gallegos en Alcobendas, el grupo de emigrantes que había dado pie a la organización del evento, se quedaron encantados con el éxito cosechado por aquella primera edición: la comida no solo saciaba su apetito físico, si no también ese otro hambre, misterioso e insondable, bautizado como morriña.

Parecía haber nacido una historia de amor entre O Grove y Alcobendas. Pero cuando el amor se mezcla con el dinero y con los negocios, siempre surgen dudas. En este caso, la incredulidad ante el romance recién nacido la pusieron muchos hosteleros mecos, que no acababan de ver claro que acercar una réplica de la Festa do Marisco a Madrid fuese a servir de reclamo turístico. A fin de cuentas, decían, si los madrileños ya podían comer el marisco sin moverse de casa, ¿para qué iban a ir a O Grove en el mes de octubre?

Durante años, José Antonio Galiñanes y su sucesor en la alcaldía, el popular Miguel Ángel Pérez, defendieron a capa y espada la celebración de la fiesta de Alcobendas. Y durante ocho años la historia de amor parecía seguir intacta, al menos de cara a la galería. Pero por dentro, las cosas no iban tan bien. El Concello de O Grove y la Xuntanza empezaban a tener serios encontronazos cuando sobre el tapete se ponía el siempre espinoso asunto de las cuentas. En el 2004, el divorcio se hizo público: la Xuntanza de Galegos en Alcobendas rompió relaciones formalmente con el Concello meco y encargó la organización del certamen de ese año, y de los cinco siguientes, a la empresa Dismarga, una firma con raíces en la península meca.

«El Concello de O Grove se portó muy mal con nosotros», recuerda cinco años después Ovidio Cadenas, presidente de la Xuntanza. «Tuve muchas discusiones con el anterior alcalde, con Pérez, porque de aquí salían muchos millones, y sin embargo él no quería aportar nada a la organización», cuenta este emigrante. «Francamente, lo único que lamentamos es no haber roto antes relaciones», aseguraba esta misma semana.

Rotos sus vínculos con el Concello de O Grove, la Xuntanza siguió manteniendo viva su relación con la península meca a través de Dismarga, la empresa a la que se contrató para que llevase las riendas de la segunda etapa de la fiesta madrileña. El primer año, Cadenas y Padín, el responsable e la firma, cruzaron todo tipo de halagos. «De lo que se trata es de darle a la fiesta un carácter más profesional».

Sin embargo, pasados los cinco años firmados por contrato, ese último puente entre Alcobendas y O Grove también se rompió. «No nos gustaba mucho el sistema que tenía Dismarga. Centralizaba la venta de todos los tickets en una caseta con diez o doce ordenadores, y se acababan montando unas colas terribles», contaba ayer Ovidio Cadenas. Así que, caducado el contrato, la Xuntanza decidió romper con la empresa y montar la fiesta por su cuenta. «Hemos decidido organizar nosotros todo», explica el presidente de la Xuntanza. Para llenar de contenido y de vituallas la primera Feira Identitaria de Galicia, se ha contactado con proveedores de todo el país: Vigo, Coruña, O Carballiño, Portonovo... «De O Grove no queda nadie», sentencia resueltamente Ovidio Cadenas. El único rastro que de la península meca se pudo seguir en esa fiesta fueron los misteriosos «mejillones denominación de origen de O Grove» ofrecidos en una de las casetas de venta. Casetas, por cierto, había unas cuantas. Y en ellas se podían degustar hasta 140 productos diferentes. No todos procedían del mar: había también espacio para tartas, chorizos, carne ao caldeiro y un sinfín de «platos típicos» de Galicia.

«Este fue nuestro mejor año», concluye Ovidio Cadenas. Asegura que unas 150.000 personas participaron por el recinto ferial para dar buena cuenta del amplio menú que allí se servía. Tan satisfechos están con el éxito alcanzado, que los gallegos de Alcobendas han logrado exportar su idea a la federación que aglutina a todos los centros de emigrantes de la tierra en la capital. Y entre el 23 y el 30 de octubre, apenas unas semanas después de que O Grove celebre su fiesta, habrá una parranda similar en La Remonta, Madrid. «Estamos seguros -dice Cadenas- de que va a haber muchísima gente también».