El enfrentamiento verbal entre Mascato y los concejales de la oposición no se limitó a la ordenanza sobre el uso del gallego. Siguió después a cuenta de una moción del BNG favorable al canon digital por la que se proponen reformas legislativas en este ámbito.
Lo que parecía iba a ser una cuestión que pasase sin pena ni gloria ocupó más de media hora de debate pese a que, como apuntó Ayda Filgueira, «é un tema farragoso que non é tema para falar no pleno de O Grove», indicó. «É pouco presentable traer esta moción a pleno cando xa está a lei aprobada e publicada», indicó Miguel Ángel Pérez.
Frente a las acusaciones de que el canon es un «imposto encuberto», Mascato replicó que esta fórmula permite «respectar a propiedade intelectual dos traballadores» y defendió la oportunidad de abordar esta cuestión en el pleno «porque é algo que nos afecta a todos». PP y AMeca votaron en contra de una moción que fue aprobada con los votos del cuatripartito.
Concejalía de «incultura»
No se acabó ahí el tira y afloja del PP con Mascato. En el capítulo de ruegos y preguntas, el concejal Alexandre Aguín se refirió a la concejalía que este dirige como la «concellería da incultura» por el abandono que, a su juicio, sufren los servicios de lectura del municipio. En concreto se refirió Aguín a la biblioteca de la casa de la cultura de San Vicente y al punto de lectura habilitado en centro de salud dentro del programa Lendo espero .
«A incultura xa se ve quen a demostra», le espetó el nacionalista al edil popular. Mascato dijo que «da a risa» que el PP hable de deficiencias en estos servicios teniendo en cuenta que «cando nos chegamos había setenta reclamacións polo horario da biblioteca» y aludió a la ampliación de horario que se ha producido en este servicio desde que el se encarga de esta área. En cuanto al punto de lectura del centro de salud «é certo que faltaron algúns libros, pero o servizo está sendo atendido razonablemente».
«Este goberno fixo desde que chegou máis actividades culturais que nos catro anos en que gobernou o PP», concluyó. Para entonces, el alcalde ya había tenido que solicitar por segunda vez al público, que casi llenaba la sala, que guardase silencio.