«Acabo de bajar del coche, vengo de Cangas de Narcea, donde recibí la Cepa de Oro..., ahora estoy en A Pontenova, mañana (por hoy) estaré en la Festa das Mozas, en Lugo, invitado por el alcalde, en el homenaje a Rosalía de Castro y la pulpada, y después cogeré un avión a Madrid, para el Día de la Hispanidad. No paro», reconoció Miguel Ángel Revilla, presidente de la comunidad de Cantabria, nada más recalar en A Pontenova, para leer el pregón de las fiestas de San Lucas.
«Para mí esta es una plaza muy difícil, venir a A Pontenova y fracasar sería terrible. Es como torear en la Monumental o en Las Ventas. Imagínate que pincho en el pueblo donde tiene sus orígenes mi mujer. Acabo de ir a la casa donde nació su padre, Pepe Díaz Lourido, en Conforto. Trabajó con 14 años en estos hornos que tengo delante y con 16 se fue a la mina a Fabero, como tantos emigrantes, hasta que la silicosis lo mató, con 50 años», contó, recién llegado, a través del teléfono del alcalde, Darío Campos. «Lo mejor que me ocurrió en esta vida -subrayó Revilla- fue conocer a esta medio gallega, Aurora Díaz Abella». Es a ella a quien llaman los alcaldes para invitarlo a pregonar sus fiestas. «Este año me han propuesto dar 200 pregones y solo he ido a siete, cuatro en Cantabria, y los demás aquí, en Lugo, que es lo único que conozco de Galicia», aseguró. ¿Cómo deja su comunidad? «Cantabria es infinita, tan preciosa tras un año de buen tiempo y alguna lluvia nocturna...». Tan inmensa como Revilla, todo campechanía.