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Desayuno de domingo con... Eduardo Mendoza: «No tengo absolutamente nada en la cabeza. Escribo lo primero que se me ocurre»

Barcelona, 1943. Soy un escritor retirado que, sin saber cómo ni por qué, ha escrito una novela que se llama 'Tres enigmas para la Organización' (Editorial Seix Barral). ¡Y ya está!

Viernes, 16 de Febrero 2024

Tiempo de lectura: 2 min

XLSemanal. Lo veo por segunda vez desde que dijo que no habría más novelas. ¡Me alegra que sea un hombre sin palabra!

Eduardo Mendoza. Tienes razón: soy un hombre sin palabra. Pero, tras decirlo, ya en casa, pensé en qué hacer hasta que me muera y volví a escribir.

XL. Ahora en serio, ¿qué tiene en la cabeza para escribir semejante despropósito? No he parado de reírme hasta la última línea.

E.M. ¿En la cabeza? Absolutamente nada. Escribo lo primero que se me ocurre y voy detrás de la novela, no es ningún método y ni siquiera es recomendable. Tengo desfachatez [ríe].

«Fuera de Cataluña, todos me preguntáis por Puigdemont, pero en las entrevistas que me han hecho allí, nadie me pregunta por él. Allí este tema ya no nos interesa, no está en nuestras conversaciones de verdad»

XL. Esta es, con La ciudad de los prodigios, El misterio de la cripta embrujada y Sin noticias de Gurb, su cuarta novela completamente delirante, desternillante, absurda y, a la vez, magistral.

E.M. De niño recibí una sobredosis de literatura. De joven, ya había leído a todos los clásicos rusos, el realismo francés, a los griegos y romanos, todo el Siglo de Oro… Y a eso sumé todos los cómics de la época: Pulgarcito, TBO… Lo que tengo es un fondo de armario que ríete tú, y eso es lo que va saliendo.

XL. Y mucha calle también.

E.M. Sí, también [ríe]. Me gustan los mercados, las colas, los taxis –son una fuente inagotable de información– y los transportes públicos: la gente habla a gritos por el móvil en el autobús y me entero de unas indiscreciones…

XL. Entre sus personajes hay prostitutas, jorobados, enanas, enfermos mentales… sin que le caiga la censura, ¿tiene bula?

E.M. No creo que la situación actual sea así. Ahora hay casos muy concretos de censura que se pueden contar con los dedos de una mano; he conocido épocas peores. Lo que pasa es que el cascarrabias de siempre tiene muchos medios para expresarse y su página web. Pero es el de siempre, nada más. El balance no es malo en estos momentos.

XL. No hay referencias al nacionalismo ni a la pandemia pese a que el libro se desarrolla en Barcelona en 2022.

E.M. Es verdad. Lo advierto al principio de la novela y digo que esos dos temas ya se han pasado. Y no hablo de ellos porque me aburren a morir.

XL. Déjeme aburrirlo un poco: cómo ve el posible regreso de Puigdemont ante una posible amnistía.

E.M. Mira, en Barcelona, la gente está tranquila. En todas las entrevistas que me han hecho allí, nadie me pregunta por este tema; en cambio, fuera, todos me preguntáis por esto, es curioso. Lo cual quiere decir que allí este tema ya no nos interesa, no está en nuestras conversaciones de verdad. La gente por la calle no habla de esto.

«Tomo fruta de temporada, jamón dulce o pavo. Una rebanada de pan de semillas, un huevo frito (con puntillas), un zumo de naranja y un café largo con poca leche».