Gonzalo Pin, pediatra: «Hasta los cinco años la siesta es absolutamente necesaria para el desarrollo del niño»
LA TRIBU
El especialista de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño explica los motivos por los que existe un déficit crónico de sueño en la infancia y cómo podemos atajarlo
18 jun 2022 . Actualizado a las 09:46 h.Un 24 % de los niños y niñas van a clase cada día habiendo dormido menos horas de las que deberían. Los más pequeños de la casa están viviendo, según la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES), una situación crónica de déficit del sueño y jet lag escolar. Lo cierto es que al cumplir dos años, un niño debería haber pasado 13 de sus 24 meses de vida durmiendo. Al llegar a la adolescencia, el 50% de su vida debería haber sido sueño. Analizamos esta situación con el doctor Gonzalo Pin, pediatra y miembro de FESMES.
—Se estima que casi uno de cada cuatro niños en edad escolar van a clase tras dormir menos tiempo del que deberían, ¿es así?
—Sí, el último estudio con el que contamos se ha realizado en la Comunidad Valenciana, pero los datos se podrían extrapolar al resto del país. Es un estudio que se hizo en todas las provincias y en pueblos y ciudades del interior y de la costa. En los últimos diez años los niños españoles han perdido entre 24 y 27 minutos de sueño cada noche y eso es mucho porque multiplica 24 minutos por los siete días que tiene la semana… Un hecho que no había ocurrido nunca. Los problemas del sueño son problemas de adaptación al medio y el medio de los niños ha cambiado muchísimo en los últimos años, lo que favorece un déficit crónico del sueño y ritmos anárquicos. Hay que hablar de cuánto duerme un niño y de qué regularidad tiene en sus horarios.
—¿Por qué tienen los niños ese déficit de sueño?
—El sueño es una realidad que tiene varios componentes: biológicos, psicológicos, sociológicos y ambientales. Ese componente ambiental ha cambiado mucho, hemos introducido las luces y la tecnología; hemos adaptado los horarios de los niños a los horarios de los adultos; que el prime time sea tan tarde también implica que todos nos acostamos más tarde y los niños aprenden por modelo. Hay un estudio muy bonito e interesante de una antropóloga que vivió durante años con una tribu y comprobó que cuando se reunían a última hora de la tarde, las conversaciones eran más de afectividad, de recuerdo… Y esto ayudaba a que descansaran bien. Pero en la sociedad occidental actual, después de cenar, los niños siguen haciendo deberes, estamos con el móvil, hemos cambiado el significado de esa vigilia cuando la desactivación afectiva nos prepara para acostarnos mejor. Queremos pensar que los niños tienen una especie de botón on-off para que se duerman cuando queremos y eso no es cierto. A todo esto tenemos que añadir que, sobre todo en España, tenemos unos horarios de comidas muy tardíos, pero unos inicios de la jornada muy europeos.
—¿Cómo influye en el día de un niño dormir menos de lo que necesita?
—Sabemos que una sola noche déficit de sueño ya tiene consecuencias en la vigilia del día siguiente. Hay que entender que los niños dedican la mayoría de su tiempo a aprender, no solo en la escuela, sino en cada paso de su día a día. Para aprender, tú necesitas ser capaz de mantener la atención durante un tiempo en una determinada cosa, pero está demostrado que cuando tienes déficit de sueño, puedes mantener la atención durante menos tiempo y, además, pierdes capacidad de concentración. También se pierde la capacidad de controlar los impulsos, nos volvemos más impulsivos e irascibles. A esto añadimos que los niños que duermen mal, desayunan mal, porque el sueño y las hormonas que regulan el apetito están muy relacionados. Los tres hábitos de vida saludable son nutrición, descanso y ejercicio físico, y a corto plazo ya hemos perdido dos.
—¿Qué consecuencias puede tener para su desarrollo ese déficit a medio-largo plazo?
—Imagínate que el sueño es como el aceite de un motor, que hace que todas las piezas funcionen sin que nos enteremos. Si no cambias el aceite cuando toca, el motor empieza a funcionar mal y todo se va complicando. El sueño es igual, cuando empiezas a dormir mal, aparece la segunda gran pandemia, el sobrepeso y la obesidad. Cuando los niños duermen poco, el organismo se estresa y se produce una sustancia, los ácidos grasos de cadena corta, que nos aportan energía de utilización inmediata. Esa energía se va acumulando. Es un círculo: déficit crónico de sueño, aparición de obesidad, más casos de diabetes infantil… También sabemos que muchos de los problemas de hipertensión que se detectan en la edad adulta, se han ido produciendo a consecuencia de un déficit de sueño o de un sueño de mala calidad a lo largo de la infancia. Con esto quiero decir que poco a poco se va alterando todo nuestro organismo. Cuando cumplamos 80 años, deberíamos haber pasado 30 años durmiendo y la naturaleza no desperdicia.
—¿Cuánto tiempo deberían dormir los niños según su edad?
—Lo que cada niño necesite. El tema es que lo de las ocho horas es una leyenda urbana, cada persona tiene una necesidad de sueño personalizada en cada época de la vida. Decir una cantidad exacta es peligroso. Como padres tenemos que saber cuántas horas de sueño necesita nuestro hijo, que no tienen que ser las mismas que necesita su hermano. Hay percentiles de sueño, igual que los de talla, lo que pasa es que no están tan extendidos. Pero el termómetro de cuánto necesita dormir mi hijo me lo va a decir el cómo está al día siguiente. Como término medio un adolescente debería dormir alrededor de nueve horas y un preescolar entre ocho y diez dependiendo de cada uno. Lo importante no solo es cuánto duerme sino cuándo duerme, un niño debe tener unos horarios regulares de sueño y no tener grandes cambios para evitar el jet lag escolar.
—¿Si el colegio empieza alrededor de las 9 de la mañana, a qué hora entonces deberían estar en la cama?
—Hay que «dar la oportunidad» a los niños de estar en su habitación tranquilos. Es decir, nuestra obligación como padres debe ser ofrecerles a los niños unas rutinas de desactivación y la mejor desactivación es la afectividad, hablar y tocar; ofrecer un abrazo, una caricia a nuestros hijos. Y esto tiene que tener también una regularidad, un niño que se debe levantar sobre las ocho de la mañana para ir al colegio, a las nueve o nueve y media de la noche debería estar en su habitación para tener tiempo para que se inicie el sueño.
—Hablan también del tardío prime time de muchos programas de televisión, incluso de algunos dirigidos también a menores.
—No puede ser que una película o un programa también para niños empiece por la semana pasadas las diez y media de la noche y termine más allá de las doce cuando a las ocho hay que estar en pie o, incluso, fichando. Esto es muy peligroso.
—Es importante establecer una higiene del sueño y tener rutinas, ¿cómo debería ser el final del día de un menor?
—La higiene del sueño tiene que ser las 24 horas del día porque vivimos como dormimos y dormimos como vivimos. El niño tendría que desayunar en una habitación con mucha luz, debería ir a la escuela andando o en bici y no en coche o en patinete eléctrico, debería tener tiempo para actividad física al aire libre por las mañanas porque cuanta más luz natural, mejor duermo, lo ideal sería comer sobre la una o una y media y que tres o cuatro horas antes de iniciar el sueño se bajara la actividad física, cenar sobre las ocho u ocho y media de la tarde y después de cenar eliminar la tecnología y empezar con actividades de desconexión. La habitación de los niños debe tener una luz cálida, con una temperatura de entre 18 y 20 grados. Tampoco irse a la cama habiéndose comido medio cordero. Es un poco reordenar los hábitos. Además, tenemos la crononutrición que nos dice que no es lo mismo comer una cosa a una hora que a otra, igual que debemos tener unas rutinas de sueño, también debemos seguir unos horarios de alimentación.
—¿Cuáles son los principales trastornos del sueño en la infancia?
—Hay que distinguir los que son problemas con el sueño y los que son trastornos del sueño. Los problemas suelen ser de adaptación y necesitan un enfoque de higiene como lo que hablamos. Después están los trastornos que ya son enfermedades. No todo niño al que le cuesta dormirse podemos decir que está malcriado o que tiene ausencia de límites. Esos son los menos casos. Hay un 2 por ciento de niños que tienen el Síndrome de Piernas Inquietas, eso significa, que cuando el niño tiene que estar quieto para iniciar el sueño, tiene molestias en las piernas que mejoran con el movimiento. No es que no se quiera dormir, es que no pueden, y esto tiene un tratamiento muy sencillo que dará su pediatra. Hay un 10 % de niños que sin estar constipados roncan de manera habitual (más de tres veces a la semana durante más de tres meses), el roncar es una dificultad del paso del aire a los pulmones y hay que verlo, no es normal. De ese 10 %, hay un 2 % que también presentan paradas o apneas y esto es serio. También hay niños que tienen una excesiva somnolencia, que a pesar de dormir muchas horas, tienen sueño durante el día. A veces pensamos que son niños vagos, pero de mayores son narcolépticos. La idea es: si su hijo ronca de manera habitual, coménteselo al pediatra. Si su hijo parece que se pelea al intentar dormir, coménteselo al pediatra. Si su hijo duerme aparentemente bien por la noche, pero por el día está muy cansado y se duerme por las esquinas, coménteselo al pediatra. Si mi hijo, a partir de los cinco años necesita dormir una siesta de manera habitual, también hay que comentarlo al pediatra. Pero hasta los cinco años la siesta es absolutamente necesaria para el desarrollo.
—Es decir, ¿la siesta hasta los cinco años en los niños es recomendable?
—No solo está bien, es que es muy necesaria. Luego hay niños que hacen siestas de diez minutos y otros de noventa. Cada uno necesita lo que necesita, pero la siesta se las tienen que ir quitando ellos mismo, no nosotros por real decreto, porque empiece en la escuela o por lo que sea. Sabemos que incluso siestas de seis minutos son beneficiosas para el desarrollo neurocognitivo del niño.
—Las vacaciones están a la vuelta de la esquina, verano sin colegio. ¿Ahí deberían los niños seguir teniendo una rutina de acostarse pronto o se puede romper?
—El sueño también es ambiental y social. Cambia el ambiente, cambia la forma de dormir. Es absurdo intentar que se metan en la cama a las ocho y media o nueve si es todavía de día y no tienen que madrugar. Hay que adaptarse al medio ambiente, el ser humano lo hace desde siempre. Nos adaptábamos a las horas de sol. No creo que haya que ser estrictos aunque sí regulares, si se van a acostar más tarde, que lo hagan pero, a poder ser, de forma regular. Lo que sí que es importante es que 15 días antes de empezar la escuela, volvamos progresivamente a los horarios escolares para que se adapte su organismos progresivamente.