La Voz de Galicia

Marineros que dejan marca

A Guarda

mónica torres a guarda / la voz un patrimonio único en la desembocadura del miño

A Guarda y la villa lusa de Varzim comparten un secular código único para identificar los útiles de pesca

21 Sep 2018. Actualizado a las 05:00 h.

Hay muchos hombres y mujeres que dejan huella, pero los marineros de A Guarda y de su localidad vecina de Póvoa de Varzim, en la ribera lusa, son los únicos de toda Europa que dejan marca. Sus flotas conforman uno de los últimos reductos del viejo continente en el que se mantiene vivo un código de identificación propio y ancestral con el que los pescadores marcaban sus utensilios de trabajo. Su validez es tal que, según recuerda José Lomba, uno de los profesionales del mar al que el estudioso local Antón Ferreira, de la asociación naturalista Anabam, le da voz en su libro sobre este códice, «cuando faltaba algún aparejo, ante la Guardia Civil solo había que decir cómo era la marca y ya se sabía a quién pertenecía».

Hasta 340 registros de otros tantos marineros de la villa, identificados con sus nombres y apellidos, ha reunido en un exhaustivo trabajo documental. No solo glosa todas las identificaciones, sino que especifica cómo se distinguen además dentro de una misma familia. Es decir que, además de los 340 registros, los pescadores empleaban códigos de propiedad iguales para establecer los parentescos de primer y segundo grado con el cabeza de familia.

La asociación de embarcaciones tradicionales O Piueiro organiza la exposición que mañana se inaugura en A Guarda sobre estos códigos y que ya recaló antes en Póvoa de Varzim. Consideran que su origen se remonta al siglo XVIII, y nacieron con el objetivo de paliar la falta de destreza de los marineros para leer o escribir. La jerga, que ha pervivido a través de los siglos, corría riesgo de desaparecer. De ahí la importancia del trabajo de Anabam y de la asociación O Piueiro, con el que se pone en valor un patrimonio cultural extraordinario.

El lenguaje del contrabando

Su consolidación coincide en el tiempo con otra de las jergas que marcaron la historia de la raia del Miño inmersa en una posguerra de contrabando de supervivencia y que portaron los cabaqueiros de O Rosal. El verbo de cabaqueiro es la jerga que empleaban los tejeros de O Baixo Miño para comunicarse entre ellos por el mundo adelante y, a día de hoy, hay recogidos y registrados unos 2.500 términos de su argot.

La exposición que abre sus puertas en la Casa dos Alonsos, recoge una muestra fotográfica, aparatos de pesca, artículos y escritos sobre la historia del mar y de sus pescadores. El presidente de Anabam, Agustín Ferreira, dirigirá tras la inauguración una tertulia abierta al público y en la que participarán pescadores de Póvoa de Varzim y de A Guarda.

La organización avanza que en este encuentro se intercambiarán experiencias, anécdotas, memorias y, sobre todo, «se ahondará en la fuerte vinculación existente entre estos dos municipios».

La muestra, que se podrá visitar hasta el 6 de octubre, se enmarca en el programa de actos previos previstos con motivo del dieciséis encuentro de embarcaciones tradicionales de Galicia, que se celebrará en A Guarda el año que viene, entre los días 11 y 14 de julio.

Embarcación tradicional

Como complemento a la exposición están prevista la arribada al puerto guardés, también el sábado por la tarde, del Cem Deus, una embarcación tradicional de Póvoa de Varzim tripulada por marineros lusos y guardeses. Al día siguiente, domingo de Santa Trega, representantes de los Gobiernos locales de las dos villas hermanadas por una marca, casi de nacimiento, asistirán a las celebraciones previstas en la ermita del monte desde el que se divisa la unión del Miño y el Atlántico. Era la puerta original de esta capilla, uno de los elementos del estudio de Antón Ferreira, ya que recoge gráficamente los grabados que en su día reprodujo el etnógrafo luso Santos Graça.

El libro de Ferreira desató otro estudio que hace diez años involucró a profesionales de cinco países. Los expertos acumulaban ya una vasta experiencia sobre el tema, porque previamente habían trabajado por separado en sus respectivos campos en Suecia, Holanda, Rusia, Suiza y España. El antropólogo gallego Joam Evans Pims, el único español que formaba parte del proyecto, estableció entonces que solo en A Guarda pervive este escudo heráldico de decenas de generaciones de marineros.

 


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