"No quiero repetir fórmulas"
Sociedad
CARLOS NÚÑEZ, gaiteiro y flautista gallego de fama mundial que publicará próximamente su tercer disco, "Mayo longo" La flauta y la gaita. «Si fuese una madre, no sabría por cuál inclinarme. Las dos copan mis amores», afirma Carlos Núñez que a sus 28 años ha logrado el reconocimiento mundial como músico. Le han bastado dos creaciones: «A irmandade das estrelas», que fue su consagración, y «Os amores libres», mucho más polémico, porque junto a temas tradicionales suma otros de distintas culturas. Ahora, edita «Mayo Longo», que recibe el nombre de un poema de Rosalía y que el autor dice que es el más espontáneo, «del corazón a la cinta», comenta. Su éxito se debe tanto a su talento como a su tesón, algo que es comprensible si se tiene en cuenta que cuando tenía sólo ocho años su padre le compró una gaita y puso tal empeño que se desmayó la primera vez que intentó tocarla.
27 May 2000. Actualizado a las 07:00 h.
Carlos Núñez es un comunicador de emociones. Lo consigue con sus creaciones musicales y también con la palabra. Convence, esa es la clave. Refuerza sus argumentos con los gestos de sus manos, con el brillo de sus ojos y con la expresión de su cara. Todo lo que dice, demuestra sentirlo y contagia su emoción. Recuerda sus comienzos: «Mi primer disco, A irmandade das estrelas, salió en el 96 y fue el resultado de mis viajes y experiencias con el grupo irlandés Chieftains». _Le consagró, ¿no? _Me dió a conocer, especialmente en España y abrió muchas puertas a esta música que han sido aprovechadas por otros artistas que empezaban. Creo un movimiento que me parecía lejano e imposible cuando estudiaba en Madrid. No me imaginaba que aquella gente pudiese conectar con lo nuestro. A irmandade eliminó de un soplo estas dudas. También fue el primer disco de platino de este tipo de música. Significó el éxito nacional. _¿Por qué cambió de estilo, si todo fue tan bien? _La gente empezó a caer en la repetición de la fórmula, de los sonidos, en buscar el éxito seguro. Poco a poco, la música celta se fue conviertiendo en un género. A mí me apetecía ir más alla. Romper una serie de esquemas y moldes. ¿Por qué siempre Galicia significaba música celta, el norte, Irlanda, Escocia, la conexión Atlántica hacia arriba?. ¿Por qué no hacia abajo, hacia el sur, la cultura árabe, la judia, incluso?. Eso fue Os amores libres, una tarea de trabajo e investigación que duró dos años. _Que fue muy contestada _Sabía que era un proyecto que iba a ser muy criticado, pero mereció la pena. Aquí se comprenderá mejor con el paso del tiempo. En el exterior, se ha entendido mejor. Al disco le han dado premios en Alemania e Italia, en Francia ha tenido muy buena acogida, con muchas giras por toda Europa. Durante 1999 hemos viajado a EE UU y Japón. _¿Y este tercer disco? _La verdad es que nivela la balanza. Llevaba años exigiéndome mucho. El que trabaja commigo sabe que soy muy exigente y escrupuloso, pero sentí que era el momento de hacer música como divertimento, de hacer un disco, como dirían los americanos, «Keep in the moment» (buscando el momento). Coger esa magia que sólo se consigue pasándola del corazón a la cinta. Es un disco que la mayor parte ha sido grabado en una casita de piedra de mis padres en San Adrián de Cobres, en el interior de la ría, frente a la isla de San Simón. Allí llevamos los ordenadores y estuvimos conectados por Internet con otros colaboradores. Enviaba mis melodías a un californiano, que todavía no puedo dar su nombre, él grababa encima su voz y en dos horas lo tenía de vuelta. Luego fuimos a un estudio de Dublín, donde en la planta de arriba estaban los U-2 grabando su próximo disco.