La Voz de Galicia

El papel de los científicos

Opinión

Javier Guitián

25 Mar 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos cuantos años participé en un estudio para analizar, entre otras cosas, la dispersión de semillas por hormigas de una curiosa planta. En esa época, una colega de mi mujer le preguntó a qué me dedicaba y por qué salía tanto al campo; ella le contestó que era profesor de universidad y que, ahora, estaba trabajando con hormigas. Su respuesta fue extraordinaria: «Pues trabajo no le va a faltar».

 

Ahora participo en una comisión en la que, además de dar sus clases, tengo compañeros que andan por el Ártico estudiando el cambio climático y las algas, o analizan qué le produce estrés a las plantas; otras persiguen abejorros, tratan de lidiar con las rocas o buscan fósiles, por citar solo algunas perversiones. No quiero imaginarme qué diría la citada colega si se enterara de que hay quien se dedica a estos temas.

Contado así podemos tener una imagen muy próxima a la caricatura habitual de los científicos. Unos tipos que andan a lo suyo, en general bastante frikis, y que viven al margen de la realidad. Lo vemos en personajes como Sheldon en The Big Bang Theory, o en los chistes para la ocasión, como el de una pareja de biólogos que tiene gemelos y a uno le llama Manolo y al otro Control.

 

En muchos casos, los científicos se autoparodian. Si nos acercamos a los premios Ig Nobel, que cada año otorga la Universidad de Harvard, vemos que en su última edición se han premiado estudios que analizan la relación entre la obesidad y la corrupción política, el análisis de por qué los peatones a veces chocan entre ellos o el del equipo de la Universidad de Cornell que colgó rinocerontes negros patas arriba, para ver si su salud puede sufrir si se ven en algún momento en esta postura. Apasionante.

Es verdad que en los últimos tiempos, con la pandemia, nos hemos acercado a la ciencia a través de los virólogos y biólogos moleculares, o, más recientemente, por medio de los geólogos e historiadores con motivo de la reciente erupción volcánica de la isla de La Palma. Pero creo que sigue sin percibirse el interés de estudiar los resfriados de los chimpancés, las rocas faneríticas o la historia de las transformaciones económicas tras una erupción: la investigación básica.

¿A qué viene todo esto?, se preguntarán los lectores. Pues trataré de explicarme. Hace pocos días, el telediario informaba de que habían transcurrido cincuenta años entre la última erupción en La Palma y la actual, destacando el papel de los científicos en esta última. Una persona que estaba a mi lado exclamó: «Tampouco é para tanto que traballen uns días, levan cincuenta anos sen dar golpe».

Efectivamente, «queda traballo de carallo» para reconocer la importancia de la investigación básica.


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