La Voz de Galicia

El partido estuvo en los móviles de la grada de Cornellà

Grada de Río

La Voz Vigo

20 Jul 2020. Actualizado a las 05:00 h.

El teléfono de Denis Suárez echaba humo. Como el de todos los celtistas. La última jornada unificada dejaba un panorama claro. Así lo había repetido el técnico celeste: el Celta dependía de sí mismo. Así se lo hizo saber a sus jugadores y a una afición que, aún así, vivió el partido pegado a las noticias de Butarque. Y es que las imágenes en Cornellà fueron desoladoras. El Celta fue incapaz de generar el mínimo peligro destacable al colista de la tabla, descendido desde hace un par de semanas y que compareció en su estadio con una mezcla de jugadores del primer equipo y del filial. Así lo sabían también en la grada.

La realización del encuentro del Celta no dejó de enfocar a la zona en la que se sentaron los futbolistas célticos. Sentados por decir algo. Porque los Denis Suárez, Nolito, Rafinha o Fontán no dejaron de hacer aspavientos, de animar o de revisar las jugadas que llegaban desde Leganés. Allí, el equipo de Javier Aguirre no le perdió la cara en ningún momento al encuentro. Empezó fuerte el Real Madrid, con gol de Sergio Ramos en el 9. El tanto se celebró con alegría contenida desde la grada. E incluso en alguna imagen en la que Suárez se dispone a gritar alguna incidencia del encuentro que les mantenía pendientes, fue contenido por Nolito para no distraer la atención de sus compañeros sobre el césped.

Los cambios no consiguieron espolear al equipo. Iago Aspas tuvo una ocasión clarísima en el tramo final de partido pero poco importaba. En cada ausencia de partido, las cámaras del estadio perico enfocaban la grada. No hizo mucha falta porque la reacción fue nula.

Así que la atención siguió estando en lo que hiciesen Leganés y Real Madrid en su partido. Se cansaron de repetirlo en el seno celeste y, al final, todos acabaron pegados al teléfono y a los transistores pendientes de Butarque. Rafinha arengó desde lo alto de la grada, de pie, con gorra y mascarilla celeste. Estaba de los nervios el mediapunta. El suyo era uno de esos futuros en el aire. El mismo sufrimiento que vivió Denis Suárez. Sobre el de Salceda pesaba la responsabilidad. Fichado el pasado verano como el gran regreso a casa, no supo ni pudo rendir como se esperaba y, justo cuando mejor fútbol realizaba, cayó lesionado. Se le vió inquieto, pendiente del móvil y del partido de sus compañeros. Al final, respiró aliviado y festejó abrazado con Nolito.

La emoción del partido del Celta estuvo en los teléfonos móviles de la grada. Los mismos teléfonos que mantuviero en vilo al celtismo. Al final, la atención, estuvo en Butarque.

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