La Voz de Galicia

PSA obligará a sus fábricas a competir con las de Opel por cada nuevo modelo

Economía

m. sío dopeso redacción / la voz

Tavares duplica los beneficios del grupo y ofrece una extra de 2.000 euros al personal

24 Feb 2017. Actualizado a las 05:00 h.

Por si había dudas, si PSA acaba comprando Opel, la onda expansiva llegará a todas las fábricas del nuevo grupo franco alemán, una veintena en total, incluidas las españolas de Vigo, Madrid (PSA) y Zaragoza (Opel).

Las buenas palabras de mantenimiento de factorías y empleo dadas por el grupo francés a los países afectados, en especial a Alemania (en donde está la sede de Opel y su mayor fuerza productiva) quedarán a expensas de la competitividad que demuestre cada fábrica, y sin privilegios para las plantas del grupo galo.

Fue una de las advertencias lanzadas ayer en París por el presidente de PSA, Carlos Tavares, en la presentación de los mejores resultados económicos del grupo en los últimos cinco años.

«No se primará la elección de las plataformas de PSA en la producción de nuevos modelos», advirtió el patrón de la multinacional. Explicó que ambos grupos se beneficiarán de la cooperación que ya mantienen, y de la que la factoría de Vigo es referente porque el año que viene lanzará un vehículo de la marca Opel. «Rentabilizaremos sinergias, sin que ello implique imponer una tecnología sobre otra», dijo.

Opel debe sanearse

En la práctica esto se traducirá en que, además de competir entre sí para adjudicarse un lanzamiento, las fábricas de PSA tendrán que rivalizar también con las de Opel para conseguir ganar proyectos industriales, con lo que la competencia se multiplica.

En cuanto a la situación laboral, el presidente de PSA subrayó que «se respetarán los convenios colectivos suscritos por la compañía y los representantes de los trabajadores hasta el 2018».

Eso sí, por las palabras del primer directivo de la firma gala se deduce que la multinacional no está dispuesta a asumir más riesgos de la cuenta, ya que Tavares puso ayer como condición para cerrar la compra, que sea la filial europea de General Motors quien sanee sus cuentas, (Opel lleva acumulados 15.000 millones de euros en pérdidas desde el año 2.000). «Les corresponde a ellos elaborar su plan», dijo Tavares, antes de asegurar que Opel seguirá siendo alemana tras la adquisición.

La compra está estimada en 2.000 millones de euros (cifra no oficial). El interrogante que está ahora mismo sobre la mesa es quién va a hacerse cargo de los 7.000 millones de euros que Opel tiene que pagar en pensiones de sus empleados, por un acuerdo social ya pactado.

En todo caso, los tres principales accionistas de PSA, la familia Peugeot (13,68 % del capital), el Estado francés (13,68 %) y el chino Dongfeng (13,68 %) han manifestado su respaldo a la operación. No es para menos, ya que la gestión de Tavares es a día de hoy incuestionable.

Por primera vez desde el 2011, PSA pagará un dividendo a los accionistas de 0,48 euros por acción, lo que supone que cada uno de los tres principales accionistas recibirá 50 millones de euros.

Los accionistas no son los únicos premiados. Los empleados percibirán una paga de beneficios de al menos 2.000 euros, casi el doble que la del año pasado, según los acuerdos sociales pactados en Francia. En Vigo esa cantidad podría elevarse a los 1.000 euros, si se duplica la suma del año pasado, que fue de 561.

El pasado año, PSA vendió 3.146.000 coches en todo el mundo, un 5,8 %. En el 2016 obtuvo un beneficio de 1.730 millones, casi el doble de los 899 del ejercicio anterior.

 

Un portugués en la corte de los Peugeot que vale más de 5 millones de euros

Carlos Tavares llegó a PSA (entonces Grupo Peugeot Citroën) en enero del 2014. Sustituía a Philippe Varin, que dejó el grupo aquejado por enfermedad con un plan de reestructuración en marcha para tratar de contener la sangría. Ese año el grupo presentó unas pérdidas récord de 5.000 millones de euros. La situación era tan crítica que el Estado francés entró al rescate del grupo participando en el capital, junto con el grupo chino Dongfeng. El fichaje de Tavares fue una decisión del presidente del consejo de supervisión de PSA, Thierry Peugeot. El portugués acababa de ser despedido por Renault, en donde ejercía de director general de operaciones desde el 2011.

Dicen los analistas franceses que llegó a PSA con la lección aprendida y muchas ganas de revancha, y que esa es la clave que explica su ofensiva actual por Opel que convertiría al grupo que preside en el segundo constructor de coches de Europa, por detrás de Volkswagen, pero por delante de Renault. Suposiciones al margen, lo cierto es que Tavares llegó con la misión de convertir los números rojos en negros, caiga quien caiga y lo ha conseguido. Por el camino se ha quedado un fábrica en Francia (Aulnay), varios miles de empleos en forma de prejubilaciones y bajas incentivadas; y un duro ajuste de costes que, por primera vez, ha llevado a las fábricas del grupo a competir entre ellas para conseguir la adjudicación de nuevos lanzamientos. Ahora los número cantan y todos aplauden a Tavares. Nadie cuestiona ya su sueldo de 5,1 millones. Porque él los vale.


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