Cáncer de testículos, el tumor más frecuente entre jóvenes: «Suele afectar a hombres con edades comprendidas entre los 15 y 35 años»
Enfermedades
Se desconoce el origen, y por el momento, no hay forma de prevenirlo por parte del paciente
14 Jun 2022. Actualizado a las 16:28 h.
El cáncer de testículos circula a contracorriente de la mayoría de tumores. Al contrario de lo que ocurre en otro de los grandes conocidos para los varones, como el de próstata, suele aparecer en gente joven. Tanto, que la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) sitúa la horquilla de edad entre los 15 y 35 años. Los casos que se han hecho públicos así lo demuestran. El más reciente es el del jugador del Teucro, Marko Dzokic, quien reconoce que se encuentra en buen estado: «Al menos los médicos me han dicho que el 95 % de los casos se recuperan sin problema», indicaba el serbio. Otros fueron el ciclista Lance Armstrong, el futbolista Yeray Álvarez o el diseñador de moda Juan Avellaneda.
Durante este 2022, la SEOM estima que se diagnosticarán 1.428 nuevos casos, casi anecdótico si se compara con los de próstata (30.884). La nota positiva es el porcentaje de supervivencia que casi alcanza el 90 % (89,2). Con todo, sin descuidarlo: «Es el tumor más frecuente en hombres con edades de entre 15 y 35 años. Sin embargo, tras este pico de incidencia se convierte en una rareza y en general solo supone el 1 % del total de los diagnosticados», precisa el doctor Juan Francisco Rodríguez Moreno, médico oncólogo y miembro de la SEOM, que añade: «Desde los 90, los número van en aumento por causas que se desconocen, aunque la mortalidad ha descendido, reflejando las mejoras en el tratamiento», precisa el doctor.
Así las cosas, ¿cómo se produce esta enfermedad? Los testículos cuentan con varios tipos de células que se encargan de distintas funciones. De todas ellas, la población más relevante son las denominadas células germinales, «que debido al efecto de las hormonas masculinas madurarán para dar lugar a los espermatozoides a partir de la adolescencia», señala el doctor Rodríguez. Aquí reside el origen de la gran mayoría de los tumores testiculares. Aproximadamente, el 90 % de los cánceres malignos se generan a partir de esas células germinales, de ahí, la alternativa en su denominación: tumor de células germinales.
¿Cuál es el origen del cáncer de testículos?
Se desconoce el qué lo causa, aunque desde la SEOM exponen varios factores de riesgo. El principal es la criptorquidia, «que es la falta de descenso del testículo hasta el escroto durante los primeros años de vida», explica el especialista. A medida que tiene lugar el desarrollo del embrión, los testículos descienden desde la zona cefálica hasta el emplazamiento definitivo en el escroto a través de la línea media y el abdomen.
Sin embargo, en algunos episodios este movimiento se retrasa hasta después del nacimiento o incluso no llega a producirse. «Los varones afectados tienen un mayor riesgo de tener cáncer tanto en el testículo no descendido como en el otro, y de hecho, las guías clínicas recomiendan extirpar de forma preventiva aquellos testículos finalmente alojados en el abdomen que no termina de descender», cuenta el experto.
Los antecedentes familiares también importan. La SEOM recoge que entre el 1 y el 3 % de los pacientes con tumores germinales tienen algún allegado que ha padecido cáncer de testículo, «lo cual sugiere un componente hereditario», detalla el doctor. Un dato: los hermanos o los hijos de los pacientes tienen hasta diez veces más probabilidades de desarrollar la patología. Con todo, ojo: «los factores genéticos responsables todavía no están bien establecidos», detalle el doctor Rodríguez Moreno.
¿Se puede evitar?
La pregunta que convendría hacer sería ¿y cómo lo prevengo? No tiene respuesta. Al no conocerse ningún factor de riesgo que se pueda evitar, el paciente potencial no tiene una manera activa de prevenirlo. Es más, «la frecuencia de la enfermedad es baja incluso en las personas que tengan factores de riesgo», detalla el miembro de la SEOM. Precisamente, por su baja incidencia, no están recomendadas las exploraciones o pruebas rutinarias para diagnosticarlo de forma precoz (¿qué chequeos debes hacerte según tu edad?): «Es un tumor poco frecuente, de fácil diagnóstico en estadios iniciales y con buen pronóstico», explica el doctor Rodríguez. Eso sí, el especialista recuerda que la población diana se familiarice con los signos de alerta más comunes.
Síntomas y signos de alerta
La voz de alarma en la mayoría de los tumores germinales del varón viene por un bulto en el testículo que con frecuencia no duele. De causar molestia, lo podría hacer de forma paulatina o repentina. La última manifestación se produciría si el tumor se complicase con una infección o incluso si sangrase. «En general los pacientes describen más una sensación de peso en el área genital o un aumento del tamaño del testículo», cuenta el doctor.
Existen otros síntomas, aunque son mucho menos frecuentes. Por ejemplo, puede ocasionar un crecimiento de las mamas en los varones (ginecomastia) «por el aumento de una hormona que se produce en el embarazo y que solo se incrementa en hombres con ciertos tipos de tumores testiculares», detalla el especialista. También puede existir dolor de espalda o de abdomen, porque se irradia hacia ese lugar o bien, porque haya metástasis en ganglios linfáticos de la parte posterior del abdomen.
Ya por último, si la metástasis ha llegado a otros órganos como el pulmón, el cerebro o los huesos, los síntomas varían en función de su localización: «Falta de aire, inestabilidad, dolor», precisa Juan Francisco Rodríguez Moreno.
¿Cómo se detecta un cáncer testicular?
El primer paso que dará el especialista será preguntar acerca de los síntomas y explorar al paciente. Más allá de esta primera toma de contacto, la SEOM recoge que el estudio se completará con las siguientes pruebas:
- Analíticas generales, que incluya LDH, alfa-fetoproteína y ?-hCG, sustancias denominadas como marcadores tumorales. «Son proteínas producidas por la célula del tumor y serán muy útiles para el diagnóstico y el seguimiento de la enfermedad», detalla el doctor Rodríguez.
- Ecografía del testículo. Esta prueba se considera una prueba crucial, pues permite distinguir un tumor de otras entidades benignas que podrían causar un bulto palpable. No solo esto, sino que de confirmarse la existencia de un tumor, la ecografía también permite observar su localización, el tamaño, la vascularización o explorar el testículo contralateral.
- Tomografía axial computerizada, mejor conocida como TAC, del tórax, abdomen y pelvis: esta permite estudiar el resto de órganos del cuerpo y las principales vías de drenaje linfático testicular: «Imprescindible para una correcta estadificación del caso», señala Rodríguez Moreno.
Los tumores se clasifican en varios estadios en función de parámetros como el tamaño, los órganos afectados o la diseminación a distancia. Estos tendrán una evolución diferente y por lo tanto, requerirán tratamientos distintos.
- Estadio I: el tumor afecta al testículo de forma exclusiva.
- Estadio II: el tumor llega a ganglios linfáticos, que suelen localizarse en el retroperitoneo (zona detrás del abdomen).
- Estadio III: el tumor presenta metástasis o una elevación muy importante de los marcadores tumorales.
¿Cómo es el pronóstico?
El doctor Juan Francisco Rodríguez se muestra optimista: «La gran mayoría de pacientes se curan, incluso en aquellos casos en los que la enfermedad se presenta en un inicio ya muy avanzada», indica, y añade: «Algo que es posible gracias a los esquemas de quimioterapia basados en un fármaco que se llama cisplatino y que se comenzaron a desarrollar durante la década de los 70». Hasta ese momento, el cáncer testicular era incurable cuando ya se había extendido.
Eso sí, el buen pronóstico no desmerece la urgencia y cuidado de la intervención: «Hablamos de neoplasias de muy rápido crecimiento, que suponen una agresión muy importante para el organismo y que suelen afectar a pacientes muy jóvenes», destaca el especialista. Por ello, una de los aspectos más importantes será que los enfermos sean derivados a los centros especializados. «Hay que tener en cuenta que, una vez curados, se habrán visto sometidos a tratamientos que merman su capacidad reproductiva y que impactan en su esfera sexual y autoimagen, por lo que debemos prever estos detalles desde el principio, implicar a sus parejas y preservar esperma si procede», detalla el miembro de la SEOM.
El tratamiento de este tipo de cáncer requiere, ante todo, quitar el testículo mediante una intervención quirúrgica llamada orquiectomía: «Es uno de los pocos tumores en los que incluso si la enfermedad se ha extendido a otros órganos se debe quitar el tumor original», precisa el experto. Se debe, principalmente, a que los tratamientos de quimioterapia llegan mal a esta zona y a que el examen del tumor es muy relevante para conocer sus características y futuro tratamiento.
La historia entre el paciente y el tumor no termina aquí. El seguimiento es igual de importante. Una vez el tratamiento ha finalizado, se deben hacer revisiones de forma periódica. Por ejemplo, son más intensas en los afectados con estadio I «en los que no se da tratamiento complementario después de la cirugía porque su riesgo de recurrencia es mayor», explica el doctor Rodríguez.
Así, los controles se tendrían que realizar cada uno o dos meses durante el primer y segundo año del diagnóstico. Con todo, el mayor riesgo de que el cáncer reaparezca se produce en los dos años siguientes al anuncio de la enfermedad, transcurrido un lustro, el paciente será referido a su médico de familia para el control anual.