A Dios rogando... y del escrutinio pasando

L.C.LLera VIGO / LA VOZ

VIGO

Una benedictina de clausura no presidió una mesa porque tenía misa

22 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A Dios rogando, pero del escrutinio nos vamos olvidando, debió pensar sor Isabel. Una monja benedictina del convento de clausura de San Vicente de Trasmañó (Redondela) consiguió eludir formar parte integrante de una mesa electoral del pasado domingo y regresó al convento como alma que lleva el diablo antes de asumir el cometido para el que la habían designado.

Ocurrió en el colegio electoral de la propia parroquia de San Vicente de Trasmañó, donde, en un altiplano, la monjas benedictinas tiene su monasterio en el que elaboran las afamadas pastas que se venden al público tanto en el convento como en otras grande superficies, como El Corte Inglés, y que constituyen su modo de sustento junto a una pequeña hospedería en la que alquilan habitaciones.

Acostumbrada a los maitines, la religiosa apareció puntualmente a las ocho de la mañana en el colegio donde tenían que celebrarse las votaciones y dijo al resto de miembros de la mesa que no podía quedarse a unos cometidos tran prosaicos porque el domingo tenía que asistir a la Eucaristía y cumplir con sus oraciones.

La monja aseguró que lo había comunicado a la junta electoral y que no le habían puesto problemas. Al parecer en la junta le habían indicado que podía ejercer de vocal y ausentarse un rato para cumplir con sus obligaciones espirituales. Pero ella insistió en que no podía quedarse y se marchó acompañada de otra hermana religiosa que parecía llevar la voz cantante.

Hace varios días localizó por medio de la junta electoral el nombre de su sustituto y habló con él para que se quedara en su lugar. Incluso parece ser que persuadió al padre del joven para lo mismo. Finalmente fue el joven el que se sentó en la mesa y la monja pasó el domingo dedicada a sus deberes religiosos y dejando a un lado el escrutinio electoral.

El sustituto se lo tomó con humor y se quejó con gracia: «Al menos podía habernos dejado unas pastitas».