Uno golpeó al otro con una barra de hierro y el segundo le asestó puñaladas en la calle Aragón
02 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo, condenó a cinco años de cárcel a cada uno de los dos amigos que se pelearon e intentaron matarse mutuamente en la calle Aragón el 28 de agosto del 2010. El tribunal considera probado que Salvador L.L., tinerfeño de 33 años, golpeó en la cabeza a Juan Jonay M.C., cangués de 42 años, con una barra de hierro de medio metro de largo y que Juan le clavó a Salvador una navaja de 14 centímetros varias veces en el pecho, el abdomen y el tórax.
Los magistrados consideran que cada uno de ellos tenía el propósito de acabar con la vida del otro o eran conscientes del riesgo creado. Por ello, les condenan por un delito de intento de homicidio. Además, obliga a Salvador a indemnizar a Juan Jonay con 860 euros y al segundo a resarcir a su oponente con 960.
La pelea comenzó dentro de un coche en presencia de la compañera de piso de Jonay y novia de Salvador, un marinero, cuando volvían de una noche de juerga para celebrar que el regreso a tierra del pescador.
Puñaladas
La sentencia recoge las palabras de Juan: «Cuando la saca estaba cerrada (la navaja), él la abrió y con los ojos cerrados, y a ciegas y de frente el uno al otro lo pinchaba. Le propinó 5 o 6 pinchazos». Por su parte, otras palabras de Salvador prueban que «salió [del coche] y dio la vuelta alrededor y lo empezó a golpear en el pecho, creyó que eran puñetazos, eran puñaladas». El estudio forense reveló que las heridas estaban en puntos de importancia vital en el pecho y cerca del estómago.
El fallo judicial también ve probado el ataque con la barra por los testimonios vertidos en el juicio. «Con Juan en el suelo y él encima, entre sus piernas, le dio 3 o 4 golpes con la barra», relatan.
La mujer dijo que ambos empezaron la pelea a la vez a puñetazos y patadas, y que intentó detenerlos, y que más tarde vio la barra y la navaja, que Salva arrebató el arma a Juan. «No era capaz de moverme ni pensar, solo salí cuando Juan estaba sangrando. Intenté separarlos pero no había manera», declaró.
El tribunal señala que la navaja era idónea para matar, lo mismo que la barra, que ambos se golpearon intencionada y reiteradamente, y que ambos sabían lo peligroso de su acción. Decían palabras amenazantes, incluso delante de los policías, como «matarlo vosotros porque sino lo mato yo». Los magistrados también desestiman que los implicados actuasen bajo la influencia de cubalibres y cocaína porque eran conscientes de lo que hacían. Y rechazan que Salvador actuase bajo un estado pasional porque la riña fue mutuamente aceptada.