El piano trae cola

VIGO CIUDAD

08 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

¿Pero qué problema hay con el piano? El alcalde, con gran acierto, llevó uno de cola esta semana a la inauguración de la reforma de Simón Bolívar. El pianista, vecino de la zona, interpretó en la vía pública diversas piezas, para gusto de los parroquianos, aunque no del Partido Popular, por lo visto. Para el concejal Jorge Conde, el acto fue «una patochada». Y Corina Porro se apresuró a prometer «una campaña limpia y sin pianistas». Así que el asunto trae cola.

Un concejal de la corporación dijo al respecto: «Con cuatro millones de parados, Abel Caballero se pone a tocar el piano». Se trata de un silogismo formidable. Por lo visto, si un país supera los cuatro millones de desempleados, quedan prohibidos los instrumentos de cuerda y percusión con teclas y pedales. Con este argumento, Beethoven no hubiera compuesto ni una sinfonía, ya que lo mejor de su obra coincide con las guerras napoleónicas. «¡Millones de muertos en Europa y usted tocando Para Elisa !», gritaría el concejal popular de la época. «¿No me oye? ¿Qué es, sordo?», insistiría el hábil político ante el maestro alemán.

Poner en Simón Bolívar un piano con su pianista ha costado a las arcas municipales menos que las aceitunas y las patatillas de cualquier recepción en Castrelos. Y, sin embargo, el caso es visto por algunos, como Corina Porro, como un despilfarro. Cuando, vamos a reconocerlo, fue un acto sencillo, elegante, bonito y de buen tono. Sinceramente, a mí me gustó.

No está mal que, en la que fue la ciudad más ruidosa de España, salga la música a la calle. Y, si se quiere ver en la foto un rasgo de soberbia de Caballero, como si el césar se hiciese acompañar de pífanos y fanfarrias, se me ocurren otros alcaldes gallegos, muy bien considerados, que no perdían la oportunidad de vestirse de frac y cargarse de bandas y medallas para pasar revista a su Policía Local, vestida de batallón austrohúngaro. Lo del piano no le llega a la altura del betún a escenas de alcaldes que hemos visto por el mundo adelante.

Nada hay de malo en sacar un piano a la calle, en una ciudad que, por cierto, no tiene un triste palco de música. Existe en Bouzas, porque venía de fábrica cuando nos anexionamos su ayuntamiento, en 1904. Y también los hay en las parroquias; pero no en el Vigo urbano. Ni siquiera, en el monte de O Castro o en el parque de Castrelos. Y no habría nada de malo en que, como en muchas ciudades, se ofreciesen conciertos al aire libre de bandas de música, en los jardines de Montero Ríos, por ejemplo. Son ideas pequeñas que hacen una ciudad más vivible.

Por eso me gusta lo del piano. Yo puedo criticar que Caballero grabe a fuego en los bancos públicos el letrero de Alcaldía. Pero no puedo criticar los bancos mismos, porque instalarlos es buena idea y los disfrutan nuestros mayores. Tampoco puede gustarme que empapele la ciudad con su propaganda y presuma de «mellorar o futuro». Pero que sacase un pianista a la calle en Simón Bolívar me parece estupendo.