Quinto Arrio, vigués

VIGO

05 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Que Vigo no tiene historia es algo que ya pocos piensan y nadie dice. Quienes creían que esta ciudad nació ayer, o que surgió de la nada de forma espontánea, no han tenido más remedio que ir reconociendo su error. En buena parte, porque en la última década se ha hecho un trabajo formidable para poner en valor el patrimonio local y exhibirlo al público.

La reciente reconstrucción del poblado de O Castro es buena prueba de esta política. Como, también, la musealización de la salina romana de la calle Rosalía de Castro o el acondicionamiento de la villa romana de Toralla. Con actuaciones como estas, a muchos vigueses incrédulos han venido a ponerle la historia en las narices.

Ayer mismo, TVG tiró de fondo de armario y repuso, por enésima vez, Ben Hur . Curiosamente, tras zapear un rato, la película me pareció, con diferencia, la mejor oferta televisiva de la tarde. Tampoco en esta ocasión acerté a ver el reloj marca Rolex que luce un legionario en la muñeca. Sí escuché el tráfico de motocicletas que se percibe durante una pelea en el palacio de Messala. Y me harté de ver libros encuadernados y con lomo, en una época en que solo existían rollos de pergamino. Pero lo que me llamó la atención fue el nombre del cónsul al que Ben Hur salva tras el naufragio de su galera: Quinto Arrio.

El actor Jack Hawkings interpreta a este buen hombre, que termina prohijando a Judá Ben Hur. Lo curioso del caso es que Quinto Arrio vivió en Vigo. O, al menos, murió aquí.

Es evidente que el nombre proviene de la imaginación del autor de la novela, Lewis Wallace. Pero no es menos cierto que, entre los pocos ciudadanos romanos residentes en Vicus cuyo nombre conocemos, se cuenta un Quinto Arrio, que mandó hacer para su esposa una estela funeraria hallada en las excavaciones de la calle Areal.

«A Valeria Alla, hija de Tito, cluniense, de 21 años. Aquí está enterrada. La tierra le sea leve. Quinto Arrio procuró hacérsela a su admirable esposa», reza la lápida, datada en el siglo III, que puede verse hoy en el Museo de Castrelos. Otra estela certifica la temprana muerte del propio Quinto Arrio y nos da hasta su segundo apellido: «A Quinto Arrio Cammano, cluniense, de 40 años. Aurelia Materna a su esposo».

Por un extraño fenómeno, a esta ciudad le cuesta creerse que tiene un pasado al menos tan interesante como el de otras. Cuando el vigués ve Ben Hur , la serie Roma o cualquier otro péplum para cine o televisión, piensa que la recreación que contempla es algo que sucedió en remotísimos lugares. Y que el suelo en el que hoy vive era en esa época un erial en el que, por milagro, apareció un día una ciudad. Como personaje de ficción que es, el Quinto Arrio de Ben Hur no vivió en ninguna parte. Pero da gusto pensar que pudo ser vigués o que, al menos, alguien de su mismo nombre tuvo fábrica de salazón, hace casi dos mil años, en su villa romana del Areal.