Los diarios ingleses ya dudaban hace tres siglos de las riquezas hundidas en la ría de Vigo

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland VIGO/LA VOZ.

VIGO

Los británicos sabían que la mayor parte del tesoro se había evacuado antes

30 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La historia del Santo Cristo de Maracaibo está sembrada de dudas desde el mismo día de su hundimiento. «¿Cómo es posible que, tras vencer a la mayor flota que jamás cruzó el Atlántico, el botín sea tan pobre?», se preguntaba en 1702 un articulista del diario londinense The Daily Courant. No era un caso único. Todos los periódicos ingleses incluyeron, en los meses posteriores a la batalla de Rande, comentarios críticos con las riquezas que el almirante Rooke entregó a la corona británica.

Mientras en el centro de Londres se bautizaba una calle con el nombre de Vigo Street, Rooke y el Duque de Ormond, máximos responsables de la flota, debían comparecer ante el Parlamento para aplacar el recelo de sus compatriotas. Circulaba la idea de que los mandos ingleses podrían haberse quedado una parte del tesoro.

No despejaba estos recelos la rocambolesca historia del Santo Cristo de Maracaibo. Apresado por el Montmouth en los primeros compases de la batalla, las bodegas del galeón almacenaron buena parte del botín para su traslado.

Los ingleses ya sabían que la mayor parte de las riquezas habían sido evacuadas por tierra previamente. En The Daily Courant de 17 de noviembre de 1702, publican que los británicos «han tomado Rodondello, Congas y Vigo [sic]» y que los españoles temían que se adentrasen en Galicia «hasta Lugo, donde buena parte de la plata se almacena a la espera de ser transportada a Segovia».

Sin embargo, el saqueo de Redondela, donde se habían escondido muchas riquezas, anima a los británicos. The Post Boy, The Obsevator y The London Gazette publican una relación del botín que incluye gran cantidad de oro y de plata. The Daily Courant va más allá y aventura que el galeón apresado traerá también «perlas, esmeraldas, cochinilla, índigo, rollos de tabaco, zarzaparrilla, maderas de Nicaragua, cacao, algodón, vainillas?». La lista ocupa media portada del diario del 14 de noviembre.

Mientras los ingleses toman Redondela, el diario The Post Boy aporta un dato inédito: «El Gobernador de Vigo envió unos vinos como regalo para Su Gracia el Duque de Ormond». El temor a un saqueo de la villa olívica llevaba a tales agasajos.

El caso es que Londres esperaba un botín que hiciese sombra al conseguido por Drake poco más de un siglo atrás. Y ni Ormond ni Rooke cumplieron las expectativas.

No ayudó, tampoco, la historia del hundimiento del Santo Cristo de Maracaibo. Según la versión oficial, el 5 de noviembre de 1702, nada más zarpar de Vigo, el galeón chocó contra unos arrecifes al sur de las islas Cíes.

El barco se hundió muy despacio y pudo salvarse la tripulación, además de las mercancías de cubierta. Pero el grueso del botín, el cargamento de oro y de plata que viajaba en las bodegas, se fue al fondo.

Los ingleses dudaron de la historia y diarios como The Obsevator y Flying Post publicaron poemas satíricos. El capitán del Montmouth, John Baker, fue juzgado. «El galeón chocó contra una roca y se despanzurró de tal forma que el agua penetró hasta el puente inferior», diría en el juicio, seguido con avidez por la prensa londinense de la época. La sombra de la sospecha nunca abandonaría el caso del Santo Cristo de Maracaibo.