Un primo del abuelo dice que el perro, que tenía licencia, ya había provocado otro incidente poco tiempo antes
18 may 2010 . Actualizado a las 11:21 h.Iago R.M., el niño de 23 meses que murió por las mordeduras de un pit bull en una finca de Pazos de Borbén, estaba familiarizado con el can porque ambos se habían criado juntos en un piso de Vigo. El padre trasladó al perro a la finca de los abuelos en O Mosteiro hace cuatro meses. Por esa razón, los vecinos nunca habían visto al animal, aunque oían sus ladridos.
Los padres del menor residen en Vigo, pero desde hace varios meses acudían los fines de semana a Pazos de Borbén para echar una mano a los abuelos en la construcción de una casa de madera en la parroquia de Xunqueiras, a la que pensaban mudarse. Precisamente, el día del accidente, los padres, el abuelo y los tíos habían ido a trabajar en las obras mientras la abuela quedó en la finca de O Mosteiro al cuidado del niño y de sus dos primos. Tenían cochecitos, triciclos, columpios y piscina.
Todo hace pensar que el niño estaba acostumbrado a jugar con su mascota y que se acercó sin miedo a la verja de madera que rodeaba la caseta. A un metro de la valla había un balón. El alcalde de Pazos de Borbén, Andrés Iglesias, explicó ayer que el pit bull sacó el morro por un hueco de los barrotes y, por sorpresa, aferró al menor por su brazo. «Seguro que jugaron muchas veces juntos y nunca pasó nada», lamentó. Sus mandíbulas son prensas capaces de arrastrar un vagón de tres toneladas. El lacero de Fornelos de Montes, Carlos Fernández, cree que este can tiene carácter dominante y estaba intranquilo porque veía a los niños jugar fuera. «El ataque era imprevisible. Si hubiese una mínima sospecha de que era peligroso, por esa valla no entraría ni un dedo», dice.
El pit bull pesaba de 25 a 30 kilos, de tamaño medio, de color negro con una franja blanca y de dos años, edad de transición entre cachorro y adulto. «Vivieron en el piso toda la vida», explica un lacero.
El perro tenía un radio de acción de tres metros desde su caseta. No ha quedado determinado si el animal estaba suelto en el recinto de su caseta, pero tampoco es obligatorio, según indicó esta fuente. La ley solo obliga al propietario a encadenar al can y ponerle bozal para impedir que alcance a los visitantes. Este sería el caso de mastines guardianes de naves y almacenes. La norma autoriza a los moradores a tenerlos sueltos y sin bozal por casa. La jaula distaba 20 metros del portal, separado por otra valla y custodiado por una pastor alemán atada.
El microchip que portaba el animal lleva un número de identificación que corresponde con la inscripción que hizo su dueño en el registro de animales peligrosos del Concello de Vigo y del Registro Gallego de Identificación de Animales de Compañía (Regiac). Es un animal con licencia, siempre que el dueño cumpla la normativa. Al parecer, no recibió adiestramiento .
Un primo del abuelo señaló ayer que el perro ya había protagonizado otro incidente hace poco. «Xa dera un aviso, tíñano preso pero en mala hora colleu o brazo da criatura. Deulle a manía e apañou ao rapaz. Non quero un bicho deses na casa nin por un millón». Algunos vecinos dicen que, quince días atrás, el animal dio un susto a su primo de cuatro años en la finca, lo que no pudo ser contrastado.
Autopsia
El cadáver ensangrentado del pit bull, que fue ahorcado por el abuelo en la valla de su jaula, está conservado en frío y una clínica veterinaria de Redondela prevé hacerle hoy la autopsia. Las autoridades, por rutina, quieren averiguar si el perro sufría una enfermedad infecciosa o contagiosa. También se comprobará si el can fue acuchillado para poder liberar al niño.