«Miña nai é asidua do jalpón friki»

Asunción Pena O PORRIÑO/LA VOZ.

MOS

El festival de cortos atrae a público de todas las edades. Las doscientas personas que ayer hicieron cola durante cinco horas para comprar las entradas son la mejor prueba de ello

15 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Domingo tiene 65 años y vive en Sanguiñeda, Mos. Llegó a las 15.00 horas al torreiro de Cans. El primero. Cinco horas de cola después, ya tenía las entradas para acudir al festival de cortos. «Non sabía moi ben como iba isto. Levamos catro anos visitando o festival pero esta vez a miña muller me obrigou a vir aquí para non perder as entradas para os dous. Hai sempre un ambiente fabuloso», recuerda Domingo Rodríguez, que cuenta con más familia a lo largo de la fila que rodea la iglesia.

Van siete ediciones y Cans no deja de sorprender. Entrar en este parroquia y su pasión por el cine obliga a olvidarse de estereotipos. Aquí nadie entiende de edades, solo de diversión y de cine. «O de ser maior non ten nada que ver. A miña nai ten 75 anos e é asidua do jalpón friki», recuerda María Jesús Sánchez, cuya familia colabora activamente en la organización del evento. «O meu home conduce e eu fago licor café caseiro para os actores. E que somos familia de Pato e o apoiamos dende sempre. A verdade é que todo Cans participa». Y es cierto.

La expectación que genera fuera de las fronteras de O Porriño esta cita con el audiovisual solo es comparable con la que crea entre sus vecinos. No hay uno que no se implique. «Isto xa é mais importante que as festas patronais», recuerda uno de los residentes. No es para menos, los cuatro días congregaron la pasada edición a más de 7.000 personas en una parroquia que no llega a los 400. Unos pocos montones detrás de Domingo Rodríguez está Fernando Fortes, que espera desde las 16.00. «Intento vir todos os anos a collelas, son da parroquia e como cada un non pode levar mais de dous, veño con familia», recuerda este asiduo. Como él, muchos de los que esperan a que el reloj marque las 20.00 horas para que empiece el despacho de los 450 pases, son de O Porriño o de las cercanías.

Sin ellas también se puede disfrutar, ya que como aseguran desde la hilera de impacientes cinéfilos, lo mejor de Cans es su ambiente. Estrellas y vecinos codeandose entre chimpines y flores de tojo, espuma de cerveza y camisetas de colores... Además de un montón de programación paralela gratuita como conciertos, videoclips y muchos cortos.

La expectación de Cans se deja notar también en los negocios. Si la autovía rompió la fuente de ingresos de los tres bares de la parroquia, al pie de la vieja N-120, el festival se ha convertido en un chorro refrescante. La comida y las horas de trabajo se multiplican. «Se nun día normal fas 10 bocadillos, nun de Cans chegas aos 400», reconoce Dani Represas, de A escola vella.

Su fe en la cita con los cortos queda demostrada en las paredes de su local. Los carteles de las siete ediciones se hacen hueco entre dos murales enormes de fotos con todo tipo de personajes famosos. «A verdade é que cun festival así cada tres meses, a crise sería moito menos», recuerda el hostelero, que lleva dos años y medio al frente de su negocio.