Y convincente. Andrés Medici ha logrado el más difícil todavía. Y no lo digo por mí (que también), sino por buen número de invitados a la velada gastronómica en la que ejerció de anfitrión el miércoles en su Oh Sushi (Martínez Garrido, 83). Sí, lo hicimos. Hasta los que nunca antes nos habíamos atrevido probamos pescado crudo. El objetivo de la cita era demostrar lo bien que casan (maridan en argot) los productos gallegos con la cocina nipona de libro. «Sin concesión a fusiones, que no sé hacer porque aprendí el oficio con japoneses», confesó Andrés.
Eso implica que, salvo contadísimas excepciones, el pescado no se somete a más procesos de elaboración que a un cuidado corte y a una no menos cuidada presentación. Un nutrido grupo de bodegueros, cocineros, blogueros y periodistas dimos buena cuenta de sendos sashimis de lubina -«esta a las dos de la tarde aún nadaba en las inmediaciones de Cíes»- y salmón, en este caso capturado en la famosa jaula de la ría de Arousa 24 horas antes.
No estaba el pescador de Baiona al que se la compró para corroborar lo de la lubina, pero sí David Pérez para confirmar lo del salmón. David es una de las cuatro personas que hace dos años se tiraron a la piscina con un proyecto experimental. Las 500 toneladas que han producido durante este tiempo demuestran que el producto no tiene nada que envidiar al noruego, con la diferencia sobre áquel de que tiene menos grasa porque, por culpa de las corrientes, los peces se pasan las 24 horas del día nadando.
Fue precisamente a este abogado especializado en construcción naval, metido ahora a empresario salmonero, al que escuché la mejor recomendación para saber si podemos fiarnos de la frescura de un pescado: «No tiene que oler a nada». Así de fácil.
El menú se completó con un tataki de jurel, un pulpo con algas (al dente y rico-rico), una especie de rollito de primavera de tofu (inari sushi) y una sorprendente sopa de almejas con dashi que muchos pidieron repetir. Y repitieron.
La elección de vinos (Louro do Bolo 2009, Armán 2007 y Eidos 2008) podría no parecer fácil, pero Andrés contó con aliados tan cualificados como Rafael Palacios (el enólogo que dicen que está reinterpretando el Valdeorras), Javier o Francisco Santiso. Curiosamente, ninguno de los tres se presentó con los caldos estrella de sus respectivas bodegas. Y no por ahorrarse unos euros en tiempos de crisis, sino para lograr una perfecta comunión con las viandas. Moraleja: la cocina japonesa cuenta desde el miércoles con nuevos (quien sabe si hasta fieles) devotos.
Todo suma. En esa línea el Ayuntamiento de la ciudad asturiana quiere cubrir todos los flancos. Y propiciar el conocimiento de la urbe no es cosa menor. Con ese fin se plantaron ayer en Vigo para invitarnos a conocerles mejor y, de paso, ganar adeptos a la causa. Difícil, dicho sea de paso, porque la competencia es peliaguda.
El concejal ovetense de Turismo, Gerardo Antuña, presentó en el pazo de Los Escudos, en colaboración con El Corte Inglés, el primer paquete turístico-cultural del mercado operativo durante todo el año. Se ofrecen estancias en hoteles más entradas para ciclos de grandes conciertos, representaciones de ópera y jornadas internacionales de piano. No podían traer en la maleta (si acaso virtualmente) ni el teatro Campoamor. ni el auditorio Príncipe Felipe, ni el caso antiguo, ni el Museo de Bellas Artes...
Sí trajeron fue una muestra de su gastronomía, así es que sí, el epílogo de la presentación en sociedad de Oviedo como aspirante a Capital Cultural de Europa fue una cata de algunos (todos imposible) de esos productos.
Es una afirmación que pocos pueden refutar pero que, puestos a defender, lo hace como nadie José Luis Bonet. El presidente del grupo Freixenet ofreció ayer una conferencia sobre La importancia de la marca. Fue en la Escuela de Empresariales, en el marco del Máster de Comercio Internacional. No es esta la primera vez que el centro que dirige Patricio Sánchez Bello cuenta con la presencia de Benet. «Ojalá pudiera venir todos los años porque, además de ser una autoridad en estos temas, es un gran comunicador», aseguró.
Los alumnos no renunciaron al turno de preguntas final. Entre las que le plantearon no faltó una sobre la crisis, en este caso en el mundo de las bebidas y, en particular, del cava. Curiosamente, el sector (al menos Freixenet) está salvando las cuentas precisamente por la crisis. ¿Incongruencia? No. Lo que ocurre es que las personas que podían permitirse el champán y ahora no pueden se han pasado al cava.