El final de los bebés probeta

VIGO

El IVI desarrolla en Vigo una nueva técnica que permite que los embriones que antes crecían en el laboratorio se implanten ahora en el utero con una miniincubadora

24 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Desde que nació en el año 1978 la primera niña probeta, Louise Brown, las técnicas de reproducción asistida han evolucionado hasta tal punto que asistimos al final de la incubación de embriones en tubos de ensayo.

Hoy Louise Brown ya es madre y no ha necesitado para ello de las técnicas asistidas. Pero miles de personas siguen acudiendo a ellas y el futuro ya es presente en el centro vigués del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). El doctor Carlos Simón, director de la Fundación IVI, disertó ayer sobre El futuro en medicina reproductiva en un curso sobre enfermedades médicas, embarazo y técnicas de reproducción asistida. «Se están desarrollando sistemas de cultivo in vivo como alternativa natural al cultivo in vitro», recalca Simón.

El IVI de Vigo está desarrollando el cultivo del embrión in vivo, en lugar de in vitro. Esto se consigue mediante una mini-incubadora que es como «una capsula espacial en miniatura». Una vez fecundado el óvulo se introduce en el útero de la mujer en esta incubadora fabricada en silicona. Esta fabricada por la empresa suiza Anecova. Apenas tiene cinco milímetros de longitud y dispone de 40 microordenadores. Así el embrión crece desde las primeras horas en las misma condiciones de temperatura y nutrientes que tendría si hubiera sido concebido de manera natural. Entre dos y cinco días después se extrae la capsula y se escoge el embrión que se considera más óptimo para reimplantarse en el seno materno.

Se trata de un trabajo pionero en el mundo, ya que han nacido menos de 10 niños a través del empleo de esta técnica, que ya ha sido desarrollada con éxito en Valencia.

En la actualidad, la clínica IVI de Vigo cuenta con una mujer gestante que se está sometiendo a esta técnica, según señala Elkin Muñoz, director del centro vigués.

El futuro de la medicina reproductiva pasa por la revolución ómica: genómica, proteómica y metabolómica, disciplinas encaminadas a comprender cómo un embrión crece. En este sentido se está simplificando el diagnóstico genético preimplantacional «a fin de convertirlo en no invasivo y evitar así infligir daño a los embriones y estamos trabajando en la creación de gametos a partir de células madre, como alternativa a la donación de semen y óvulos», señala Carlos Simón.