Vigo es la cura al estrabismo

VIGO

Un libro recuerda la historia del médico Antón Beiras, que en los 60 inventó una máquina revolucionaria; el Vigoscopio

11 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Se llamaba Antón Beiras y pasaba consulta en Policarpo Sanz 22 y en la Residencia Almirante Vierna. Era oftalmólogo, galleguista y de izquierdas, y quienes lo trataron hablan de él conscientes de que no fue un hombre de su tiempo. «Aquí lo llamaban embaucador y en los congresos internacionales le daban premios», recuerda Alejandro Otero, que fue su ayudante. Faltaban todavía muchos años para que la Residencia se rebautizara como hospital Xeral, pero a mediados de los sesenta ya ideó un artilugio para curar el estrabismo.

Y se quedó en el baúl de los recuerdos durante cuarenta años. Un fulminante cáncer mató en tres meses a Antón Beiras en 1968 y el Vigoscopio, que ya había curado a unos cincuenta niños, se llenó de polvo. Cuando se iba a cerrar la ETEA, Alejandro Otero se acercó a Teis. En esas instalaciones había hecho la mili y en ellas había conocido a Beiras cuando el médico buscaba ayuda para aplicar la electrónica a los aparatos médicos. Recordaba el Vigoscopio porque había trabajado en él como ayudante de Beiras. Lo encontró y lo restauró. Ayer lo presentó en el centro social Caixanova, junto con su libro Antón Beiras. La mirada certera , una historia del médico y sus inventos.

Beiras estudió el estrabismo y recibió el premio de la Sociedad Española de Oftalmología. La enfermedad se produce cuando los dos ojos no están alineados. Como cada uno fija la vista en un punto, el enfermo no logra tener una adecuada percepción de la profundidad. El Vigoscopio jugaba con esto e intentaba engañar al cerebro utilizando el tacto.

Mediante un sistema de cámaras, proyectaba dos imágenes que el paciente veía superpuestas, como si fueran una sola. Cuando el médico pedía al enfermo que la tocara, veía su mano por duplicado y entonces el cerebro corregía la posición del ojo estrábico. El paciente podía estar curado en varias sesiones sin cirugía. El aparato fue presentado en un congreso internacional en París, para asombro de los asistentes.

Era un sinoptóforo de televisión al que bautizó como Vigoscopio «por su amor a Vigo», según Otero. Un amor que lo llevó a rechazar una oferta para ser investigador en la Universidad de Columbia (EE. UU.). Y a ceder los derechos de patente a la Caja de Ahorros de Vigo, ya entonces dirigida por Julio Fernández Gayoso, que había financiado sus investigaciones. Y no por ser una entidad financiera, sino porque en ella estaban los ahorros de los marineros y de los trabajadores de la ciudad. Antón Beiras fue médico, inventor y ciudadano comprometido.

El propio alcalde Portanet, de la derecha franquista, no se pudo resistir a apoyar al rojo Beiras en sus investigaciones, recuerda Alejandro Otero. Su libro resume su paso por la ciudad: «Convirtió a Vigo en un referente mundial en la investigación oftalmológica».