«Estoy harto de que todo el mundo me pida el carné, incluida la policía»

Xulio Vázquez

VIGO

El vigués Guillermo Javier Cayetano Ferro tiene 23 años pero precisa demostrarlo muy a menudo porque el síndrome de Silver-Russell afecta a su crecimiento.

17 nov 2009 . Actualizado a las 12:41 h.

Algunos presumen de que a los 16 años ya tenían barba y se colaban en los cines para ver las películas de los mayores. Pero cuando a alguien le sucede todo lo contrario, porque la naturaleza le ha jugado una mala pasada, su vida adquiere tintes tragicómicos. Mientras no consigue ampliar su círculo de conocidos, tiene que echar mano del carné de identidad, aunque solo sea para pedir una caña en un bar. Guillermo Javier Cayetano Ferro tiene 23 años, pero precisa demostrarlo muy a menudo. Muchos ni se lo creen, aunque en su DNI ponga que nació el 10-8-1986. Procura tomárselo con cierta filosofía e incluso sonríe, lo que contribuye a resaltar su cara angelical. Suelen llamarle Wily , pero jamás en el colegio le añadieron el apodo El Niño . Nunca sufrió bullying (acoso escolar). Esconde el secreto de la eterna juventud. Con esa imagen de imberbe adolescente, le hubiese arrebatado a Dustin Hoffman el papel protagonista en El Graduado . Y todo se debe a que sufre el síndrome de Silver-Russell. Se trata de un trastorno congénito que involucra crecimiento deficiente. Dicen que la incidencia es de 1 caso por cada 100.000 personas, por lo que solo podría haber dos más en Vigo. -¿Desde cuándo se le quedó cara de niño? -De chaval era como los demás. Pero, cuando estudiaba sexto de la ESO, estaba en el grupo de los pequeños. Y me quedó este aspecto de adolescente. -¿Qué tal le trataron los compañeros en el colegio? -Muy bien. Nunca me gastaron bromas con respecto a mi estatura. Sin embargo, soy miembro de la peña Comando Celta y me llaman Poquito . Cuando tenía 20 años, no se lo creían, hasta que me fueron conociendo. -¿Cuánto mide? -Un metro y cuarenta y pocos centímetros. Menos de metro y medio. Peso 41 kilos. -¿Chiquito, pero matón, o nada que ver? -En colegio solo tuve algunos problemas con los profesores, porque era un poco travieso. -¿Qué tal se le daban los estudios? -Regular. Los dejé al terminar segundo de ESO. -¿Por qué le llaman «Wily»? -Fue nada más nacer aquí en Vigo. Una enfermera, en vez de Guillermo, me llamó Wily y me quedó este apodo. -¿A qué se dedica? -Trabajo con mi padre, que es protésico dental. -¿Cómo le afecta su físico en la vida cotidiana? -Mucho. Estoy harto de que todo el mundo me pida el carné, incluida la policía. Siempre lo tengo llevar encima para que me saque del apuro. -¿Algún caso pintoresco? -Demasiados. Me sucede en casi todos los lugares que cualquier adulto bien se puede imaginar. Una vez dentro de un bar alguien de una mesa próxima debió llamar a la poli, porque entró una mujer policía y vino directamente hacía mí. Yo estaba tomando una jarra grande de cerveza y me la apartó sin más. Después de llamarme la atención, también se lo recriminó al dueño del bar. Pero al mostrarle el DNI me pidió disculpas. Sin embargo, en una ocasión, fui yo mismo quien llamó a la policía, porque no me querían servir. Vino la patrulla y, tras quedar claro que soy mayor de edad, el dueño del local me invitó gratis a otra consumición. En el botellón ya me han detenido varias veces y me quieren llevar a casa, como si tuviese 16 años. La gente mayor hasta me da caramelos. Pero, si me ve fumando, se lleva las manos a la cabeza. -¿Cómo se las apaña en los cines? -Siempre me pedían el carné cuando iba a ver alguna película para mayores. Ahora ya me conocen en algunos y me dejan pasar. -¿En las discotecas? -Nada más asomar la cabeza ya me quieren impedir el paso. -¿Y con las chicas? -Son las que mejor me comprenden. Pero no tengo novia.