Cuando el tren salía desde Príncipe

B.R. Sotelino

VIGO

20 oct 2009 . Actualizado a las 11:30 h.

«Santa Marta, Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía...» Los nacidos antes de los años 60 todavía recuerdan esta canción que coincide con una realidad del pasado vigués, el transporte ferroviario que hacía el trayecto entre Vigo y Baiona, que no era un tranvía, sino «un tren en toda regla», como señala Manuel Hernández, que forma parte de la asociación Carrileiros de Foula, activo colectivo ourensano de amantes «de todo lo que se mueva encima de raíles», cuenta.

La asociación, integrada en la asociación Foula Cultural, además de poner en marcha un parque ferroviario que incluye un circuito para trenes a escala o una Escola de Xóvenes Ferroviarios para chavales de 4 a 14 años, posee un amplio archivo histórico-documental sobre el ferrocarril, organiza jornadas y exposiciones con material que han ido recuperando entre todos, y editan una serie de cuadernos monográficos sobre arqueología ferroviaria. El último número de la revista está dedicado al ferrocarril eléctrico que unió a Vigo con A Ramallosa de 1926 a 1968.

La publicación que elaboran Manuel Hernández y Paco Boluda recoge ampliamente la historia de los tranvías vigueses, pero hace una larga parada técnica e histórica ante aquel tren y sitúan al lector en un viaje en el tiempo: «El tren se encuentra estacionado en la calle del Príncipe, a la altura del Palacio de Justicia. Hemos adquirido nuestros billetes en un kiosco de prensa situado al lado. El remolque está casi lleno, por lo que decidimos instalarnos en el automotor. El interior está forrado de madera de teka, barnizada en oscuro. Ya es la hora, un par de silbidos, y se pone en marcha. Comienza el traqueteo producido por las juntas de los raíles. El convoy enfila los últimos metros de la vía única de la calle Príncipe para coger el desvío situado en la plaza de Urzaiz y que nos conducirá hacia la doble vía de Colón. La pendiente hace que el conductor maneje con pericia los frenos haciendo chirriar las zapatas. En el cruce con Policarpo Sanz enfilamos hacia Porta do Sol, allí nos encontramos con la vía de entrada a Príncipe, que cogerá nuestro tren en su viaje de regreso. Pasamos Peniche y As Travesas, donde están los talleres del tranvía, y llegamos a A Florida, cuya estación es realmente el inicio de esta línea férrea». El recorrido contaba con cinco estaciones (Florida, Coruxo, Canido, Panxón y A Ramallosa) y nueve apeaderos: A Bouza, Juncal, Muiños, Verdial, Hermida, San Miguel, Prado, Patos, Nigrán y Telleiras, además de Sabarís, Areas y Tomada.

«Aunque existe bastante documentación sobre los tranvías de Vigo, encontrar datos y material sobre esta línea en concreto no fue tarea fácil», reconoce Hernández. Para conseguirla realizaron un trabajo de campo in situ, hablando con gente que vivió esa época: «Siempre encuentras a alguien que trabajó allí y te cuenta cosas», asegura. Además, contaron con la colaboración de la asociación viguesa de amigos del ferrocarril, De hecho, el monográfico está dedicado a un gran aficionado, el desaparecido Carlos Barreiro.