Cierra Jonathan y abre El Capitán

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

22 jul 2009 . Actualizado a las 02:27 h.

Es donde se encontraron ayer Jonathan y El Capitán, dos establecimientos sobradamente conocidos en la ciudad. El caso es que mientras Karina Falagan echaba el candado (¿definitivo?) al primero, Jaime López, reestrenaba el segundo después de aquel susto que, menos mal, pudo subsanarse sólo con dinero. Una bombona traicionera explotó inopinadamente el último día de marzo pasado y dejó el restaurante en los huesos en un santiamén.

Como corresponde al lobo de mar que un día fue Jaime, lejos de amilanarse tras el estropicio, tuvo claro desde el minuto uno que había que ponerse manos a la obra. Y eso hizo. Tres meses y medio después el restaurante ha vuelto a convertirse en una de las recomendaciones con garantía del Casco Vello. De hecho, este vigués de Bouzas que ha navegado por todos los mares del mundo, presume de tener el mejor pulpo de Galicia.

El caso es que la cara de felicidad que luce Jaime López contrasta con la de Karina Falagan, que ayer decidió arriar las velas del buque insignia que capitanea desde hace más de tres décadas. No es fácil pronosticar si se trata del punto y final o, como ya ocurriera en el 2006, serán puntos suspensivos.

Karina dice estar harta de que la ineficiencia municipal convierta cada día su local «en los baños públicos que en Samil brillan por su ausencia». Afirma que la gota que colmó el vaso fue el Festival Aéreo del pasado domingo. Los organizadores sabían que la playa estaría a rebosar y, sin embargo, no se les ocurrió montar servicios portátiles. Resultado: las colas en los dos que existen llegaban al infinito y, claro, los que no estaban para esperas optaban por recurrir a los de propiedad privada.

Total, que se va. Lo que más siente es que una docena de personas pasan a incorporar las listas del paro. La vida misma.

Doscientas mujeres asistieron ayer a la tradicional comida del último día de fiesta. Lo que empezó hace tres décadas de una forma casual, se ha convertido en una cita fija en el calendario a la que no paran de sumarse adeptas.

Era tradición que los hombres organizaran una cuchipanda en lo que dio en llamarse el día de los patrones. Como recordaba ayer Elisa Veiga, una de las veteranas, no querían mujeres. «Ellos marchaban y nosotras nos quedábamos», recuerda. El caso es que un día, una de ellas preguntó en alto «¿Por qué no hacemos nosotras lo mismo?» Y lo hicieron. Al principio una decena, luego veinte, más tarde cuarenta... Y así hasta las 200 de ayer. Justo el camino inverso que han recorrido los hombres, que ahora están dispuestos a juntarse con ellas, pero tarde piaron.

Tan buena respuesta tuvo la iniciativa que enseguida empezaron a quedarse pequeñas la cafetería del cine Maravillas, La Finca, Los Olmos... Un día llamaron a la puerta de Zona Franca. Estaba Pablo Egerique al mando de la entidad y se la abrió de par en par. Les prometió que mientras él llevara el timón de la casa, tendrían local garantizado. La tradición siguió con López Peña y ahora con Teresa Pisano.

Ya de puestas a organizar sarao, las mujeres decidieron pasarlo lo mejor posible, así es que se inventaron lo de coronar a una reina. La idea surgió precisamente en mitad de una de las comidas. Dicho y hecho. Allí mismo, en caliente, coronaron a la primera, Maruja Leirós. Le echaron imaginación y convirtieron un rollo de papel en improvisada banda. Lo curioso es que 19 años después, las hijas de Maruja aún conservan la banda en cuestión.

Ahora es Cuca Iglesias la que se encarga de hacerlas y pintarlas a mano. Este año la coronada ha sido Carmen Rodríguez. Felicidades.

Ya lo habíamos anticipado, pero ahora cuenta ya con todas las firmas pertinentes. María Xosé Porteiro es la nueva directora del Museo del Ferrocarril. Pues eso, que vuelve a dejar vía libre en el Concello.