«En Vigo hay un 15% más de gente con depresiones debido a la crisis»

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Recomienda a los parados que no se aíslen y, a la persona que haya trabajado en el metal, que aproveche para hacer un curso de soldadura, sin olvidarse de hacer ejercicio físico

01 jun 2009 . Actualizado a las 13:22 h.

Xulio Vázquez Hay un vino dulce en Málaga que se llama Quitapenas. Pero la ansiedad, el estrés, la indefensión, el pánico al futuro, la desesperación? No se curan con una botella. Por más que el frenazo económico se nos haya subido a la cabeza. La incertidumbre y el ser humano nunca han ido bien de la mano. Depresión por la depresión. El síndrome depresivo es un efecto colateral de la crisis. La pérdida del trabajo o el miedo a perderlo contribuyen a bloquear las defensas mentales. «En Vigo hay un 15% más de gente con depresiones debido a la crisis», según cálculos estimativos de José Ramón Villamarín, médico psiquiatra del complejo hospitalario Xeral Cíes. También atiende a sus pacientes en el número 6 de la calle Doctor Cadaval. -¿La incertidumbre es una mala compañera? -La situación originaria del ser humano es de desamparo desde la cuna. Y se aferra a la seguridad que le puede dar la familia, los amigos y el trabajo. Es donde encuentra su protección. Al quedarse sin empleo y verse envuelto en dificultades económicas, con el aislamiento social que le implica, le hace que lo viva como si tuviese una herida. Sufre una agresión a su autoestima y se siente casi con el culo al aire. -¿Las cuentas de la lechera se hacen añicos? -Sí, el trabajo fijo, el piso, el coche, la hipoteca? Todas esas cosas que lo hacen crecer psicológicamente, se le vienen abajo. Empieza a dudar de sí mismo y a perder la confianza. -¿Quiénes sufren más en los tiempos de crisis? -Es dramática para los que la sufren. Sobre todo para el padre de familia, con 50 años, que se ha quedado en el paro y es el único sustento de su hogar. Sin embargo, se está apreciando en personas que tienen un empleo más o menos fijo. Pero, por la alarma social y mediática, les empieza a afectar la crisis. -¿De qué manera? -Están nerviosos. Duermen más mal. Ya han iniciado un proceso anticipatorio. A pesar de que trabajen en empresas que van medianamente bien, al preguntarles por su trabajo, en la consulta, ya responden que «de momento» vamos bien. -¿A qué recurren? -Las personas que tienen pocos recursos psicológicos, es decir, los más frágiles para enfrentarse a un grave problema, utilizan como método alternativo el alcohol e incluso las drogas. -Las empresas farmacéuticas dicen que aumentaron las ventas de condones. ¿Tiene algo que ver? -Parece un contrasentido, pero cierto tipo de individuos podrían utilizar el sexo como un escape, una salida a sus problemas. También hay quienes juegan más a la lotería. Es la fantasía de que pueda tocarles algún premio por necesidad. -¿Varía mucho la forma de afrontar la situación entre una persona u otra? -Sí, lo estamos constatando diariamente en la clínicas. Existen grandes diferencias individuales. Influyen mucho los factores educativos y sociofamiliares de cada persona. Todo lo que ha mamado a lo largo de su vida. Además, somos animales de costumbres y nos agobia tener que tomar decisiones. Pero el problema surge cuando no nos queda más remedio, como cuando uno se va al paro. Porque no lo hemos elegido, sino que nos ha venido dado. Esta circunstancia nos crea un problema psicológico muy intenso. -¿Somos menos sufridos que nuestros abuelos? -Por supuesto. Basta con fijarse en las generaciones de nuestra posguerra, cuando no había posibilidad de prácticamente nada y el Estado poco te podía aportar. Esa generación tuvo que hacer esfuerzos titánicos para salir adelante y progresar. El campesino que compraba dos o tres vacas y lograba mejorar si situación. Lo mismo sucedió con muchos empresarios. El que entró de botones, como Escámez en el Banco Central, o el de la Leche Pascual. Luego están los que se vieron obligados a hacer las maletas y marcharse a Alemania, sin saber el idioma. Pero supieron labrarse un porvenir. Toda esa gente tenía una preparación psicológica, que le permitió echarle bemoles a la vida. Los que ahora sufren más son los que no se educaron en esa cultura. Se trata de los hijos sobreprotegidos por el Estado del bienestar y la abundancia. -¿Cómo se superan estos aspectos psicológicos de la crisis? -No hay una receta mágica, pero les recomiendo que, cuando se queden en el paro, no se aíslen. Se requiere una disciplina. Por ejemplo, una persona que ha estado trabajando en el metal, que aproveche para hacer un curso de soldadura o incluso de informática. Cualquier cosa que le valga para desarrollar sus habilidades. Todo ello le servirá de estímulo, como el conversar con otros compañeros. El compartir dificultades siempre ayuda a superarlas. Se puede hasta colaborar con una oenegé, con tal de mantenerse vivo y activo. Sin olvidar nunca el ejercicio físico, porque es muy bueno para combatir la ansiedad.