«A más de uno le serví el pulpo en su propia gorra y se lo comió en la feria»

La Voz VIGO |

LUGO CIUDAD

Todos los domingos acompaña a un nieto desde Arcos hasta Vigo y montan el puesto en la calle Puerto Rico, donde cuentan con una fiel clientela que consume cerca de 50 kilos

12 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Xulio Vázquez La Charanga del Tío Honorio se hizo famosa con la canción Hay que lavalo, coincidiendo con el inicio de la democracia, tras la Constitución de 1978. También en sus letras decía «hay que brearlo». Ambas cosas se solían hacer con un plato típico de nuestra tierra: o pulpo á feira. Ya forma parte de la tradición gallega. Y han tenido mucho que ver las pulpeiras y pulpeiros de Arcos (O Carballiño). Tienen la merecida fama de ser las mejores. Josefa González Pereira (78 años) está jubilada, pero cada domingo acompaña a su nieto a Vigo y le echa una mano en el puesto que montan en la calle Puerto Rico, junto al bar Modesto. Para ella, este molusco cefalópodo siempre formó parte de su existencia y ha sido su modo de ganarse la vida. Lo hace tan bien que a su clientela siempre le quedan ganas de volver a jalarlo. -¿Quién le enseñó el oficio? -Fue mi abuela. En mi familia todos éramos pulpeiros, al igual que toda la gente del pueblo de Arcos. De ahí viene nuestra fama, aunque ahora también lo hacen otros de fuera, pero el pulpo no les sabe igual que el nuestro. -¿Su receta sigue siendo infalible? -La heredamos de los monjes del monasterio de Oseira. Iban a comprar el pulpo a Marín y luego lo traían a nuestro pueblo. Así fue como aprendimos a prepararlo. -¿Cuál es el secreto? -El secreto es que no lo tiene. Lo fundamental es que la mercancía sea buena. Luego hay que saber prepararlo. Tiene que estar bien lavado y el agua hirviendo. Meterlo 20 minutos a cocer, apagar y listo. Hay que echarle del mejor aceite y el picantito, además de la sal gorda. -¿Cómo se sabe si el molusco es de buena calidad? -A simple vista. Me basta con mirarle los ojos. Cuanto más grande los tenga, peor es. -¿Cuántas cabezas tiene? -Una sola (risas). -¿Y el número de brazos? -Tiene ocho, aunque sea grande o pequeño. -¿Se le escapó alguno? -(Risas). Nunca. Lo que se me escapó fue alguno sin pagar, aprovechó que estaba picando otras raciones y, con el bullicio de la gente, hizo el despistado.

-¿No hay que «mallalo»?

-Eso era antes. Incluso lo poníamos a secar. Dáballe pau que te criou. Levaba unha boa malleira. Ahora no hace falta porque está congelado. -¿Nunca se le puso duro? -Pagué el noviciado, pero después siempre me salió bien. -¿Desde cuándo es pulpeira? -Desde niña. Fui con mis abuelos y con mis padres a las ferias y fiestas por los pueblos, hasta que me independicé. Incluso fui con un carromato hasta Lugo. Y a muchas ferias de A Peroxa (Ourense). -¿A quién enseñó usted? -A mi hija y a mis tres nietos (dos son pulpeiros y la chica, aunque sabe hacerlo, no se dedica a ello). -¿Le gustará el pulpo? -Muchísimo. El primer que se cuece ya lo comemos nosotros. -¿Cuál está mejor, el primero o el último? -Si está bien hecho, sabe bien. -¿Cuántos kilogramos solía cocer al día? -De 50 a 100 kilos, dependiendo de la magnitud de la feria. -¿El caldero tiene que ser de cobre? -Por supuesto. Es lo que le da la gracia. El más grande que tengo es de 150 kilos. -¿Por qué saber mejor en la feria que en casa? -A mí también me sucede lo mismo y soy la que lo preparo. Pero es por la cantidad, porque en mi casa solo utilizo un rabo o dos de pulpo. -¿Le echaban piropos? -Siempre me decían que el mejor pulpo de la feria era el mío. -¿Alguna anécdota? -A más de uno le serví el pulpo en su propia gorra y se lo comió en la feria. Incluso en pañuelos. Hace más de 60 años no disponíamos de bolsas de plástico y, cuando se agotaban los platos, lo llevaban así para no tener que esperar. Pero nadie se murió. -¿Con vino tinto o blanco? -Mejor tinto y del Ribeiro y pan de Cea. -¿Es malo beber agua? -Dicen eso. -¿Qué número de kilos despachan en Vigo? -Tenemos muchos clientes y solemos vender sobre 50 kilos.