La autopsia desmonta las excusas del autor confeso del doble crimen de la calle Oporto

VIGO CIUDAD

18 feb 2009 . Actualizado a las 11:19 h.

La segunda jornada del juicio al autor confeso del doble crimen de la calle Oporto de Vigo el 13 de julio del 2006 concluyó ayer con una cuestión clara para el jurado. La excusa de que el procesado, Jacobo Piñeiro Rial, actuó bajo los efectos del alcohol y las drogas se cayó por su propio peso, según ilustraron ayer las dos médicos forenses que realizaron la autopsia.

Las doctoras sostienen que los efectos de la cocaína solo duran hora y media y el perito psiquiatra de la defensa amplió los efectos del cóctel de alcohol y coca a dos o tres horas. Jacobo declaró que ingirió entre medio gramo y un gramo de coca entre la una y las dos de la madrugada. Incluso en la versión más favorable al acusado, los efectos del cóctel de bebidas y drogas se habrían agotado una hora antes de que asestase 57 cuchilladas a sus víctimas. Todo apunta a que el agresor fue dueño de sus actos y supo distinguir el bien del mal. Eso descartaría la eximente completa por intoxicación plena, que podría exculparle.

La autopsia también desmontó la justificación de Jacobo de que atacó a sus víctimas en legítima defensa porque querían violarlo y asesinarlo. Alega como prueba un profundo corte que sufrió en la palma por agarrar el filo de un cuchillo. Pero la autopsia demuestra que Isaac Pérez Treviño recibió 35 cuchilladas, tres de ellas mortales y que le provocaron la muerte por hemorragia en diez o quince minutos. El lesionado habría muerto tanto porque el agresor le seccionó la tráquea con un cuchillo de 13 centímetros de longitud, o bien porque le cortó la vena cava (la segunda más grande del cuerpo), o porque le dañó fatalmente el pulmón por cuatro puntos. El fallecido presentaba heridas típicas de defensa para protegerse del ataque por el flanco izquierdo, así como una enérgica cuchillada que atravesó la escápula, un hueso del hombro. Por último, Isaac presentaba cortes en la cara, sin signos de vitalidad y que son típicas del crimen pasional. La víctima logró pedir antes ayuda por móvil a la policía local desde su habitación pero la llamada se cortó. Su puerta fue rota de una patada.

Víctima indefensa

El segundo fallecido, el brasileño Julius Anderson Luciano, fue herido en el pasillo y arrastrado con una sábana hasta el salón, donde vomitó. Tenía las manos en la espalda, rodeadas por un cable eléctrico sin anudar. Recibió 22 puñaladas, pero solo una de las primeras, cerca de la ingle, fue mortal. No se pudo defender porque una cuchillada, en la región cervical, seccionó un nervio que anuló la movilidad del brazo derecho. Boca abajo, recibió otras siete heridas en la espalda, todas «innecesarias».

Las doctoras concluyeron que el acusado no presenta el perfil de enajenación mental y tampoco parece responder a ninguna impulsividad. «Vemos una elaboración y ejecución de actos de forma ordenada y que llevaría a un fin», indicaron.