«Tengo dos hijas de una gallega con la que viví 12 años»

Xulio Vázquez

VIGO

Dice que quiere recuperar la convivencia y llevarlas otra vez de visita a Ghana

16 dic 2008 . Actualizado a las 15:03 h.

Es un «rey guerrero». Frankies Lee Ampah (38 años) sigue haciendo honor al nombre de su país Ghana desde que decidió partir de Accra, su ciudad natal, para buscar una vida mejor. Lleva 13 años en Vigo y no ha dejado de luchar, asistiendo a cursillos y adaptándose a distintos trabajos, en su afán de superación.

En su país de origen estudió mecánica del automóvil e incluso practicó este oficio en algún taller, pero le pagaban muy pocos cedis (moneda oficial ghanesa) al mes, por lo que tuvo que emigrar. «No soy de una familia rica. Mi madre tenía una chabola y en ella servía cafés y desayunos a la gente que trabajaba en el puerto», señala. Su padre era fontanero, se divorció y se fue con otra mujer, dejando en precaria situación a sus cinco hijos. Ampah viajó hasta Dakar (Senegal) y luego a Mauritania, donde trabajó como marinero en un barco de pesca. «Me hicieron un contrato en una empresa de Gran Canaria, que iba a pescar a las Bahamas. Un día me propuse desplazarme a la península Ibérica y fui a Madrid», explica.

Aspiraba a legalizar su situación en España y con tal motivo aceptó un trabajo en Roquetas de Mar (Almería). «Recogí tomates, berenjenas y otras frutas. Quise solicitar asilo político, pero no me lo concedieron», afirma.

Alguien le aconsejó que viniese a Galicia y se plantó en Vigo, donde consiguió una ayuda de Cruz Roja, hasta que se fue valiendo por sí solo. Hoy día ya tiene todos los papeles en regla. Incluso llegó a formar una familia.

«Estuve en la calle como vendedor ambulante en la calle Príncipe. Eran cosas de África, como tallas de madera y también ropas, además de gafas de sol y paraguas. Fueron casi cuatro años, después me dediqué a trabajar en la construcción», argumenta. También se empleó en una empresa de carne en el puerto, cargándola y descargándola de los frigoríficos. Lo contrataron como encofrador en la construcción. Trabajó con tintes para una empresa fotocopiadora.

Hizo un curso de soldador en el año 2006 en Mos, lo que le permitió que lo contratase una empresa filial de Citroën. «Hacíamos carros y cubiertas, además poníamos vallas junto a los robots que emplean para soldar», dice. Pero no le duró mucho tiempo y ahora ya lleva algunos días en busca de otra oferta de empleo. «Sin trabajar, yo me muero. Porque no puedo pedir dinero en la calle, ni robar, ni andar con droga. Gracias a Dios tengo buena salud y fuerza para seguir luchando en la vida», manifiesta. En este momento comparte piso con un compatriota.

De su vida amorosa, dice que «viví con una gallega durante doce años y tuvimos dos hijas, de 9 y 5 años, respectivamente». «Aún tengo algo de relación con ella. Pero somos de culturas tan diferentes que no es fácil, aunque me gustaría que volviésemos a compartir nuestras vidas», añade esperanzado.

Frankies Lee dice sentirse muy orgulloso de sus hijas y reitera que le gustaría arreglar las desavenencias con su mujer. «Yo estoy sufriendo por mi situación, me duele la cabeza al pensar que no estoy viviendo con mis niñas. Pero tengo relación con ellas y quiero volver a trabajar para poder aportarles dinero», afirma.

Sin embargo, el pasado año se pusieron de acuerdo para viajar a Ghana y estuvieron un mes visitando a la madre y a los cuatro hermanos de Ampah. Se hospedaron en un hotel de Accra y asegura que lo pasaron muy bien. «A ella le gustaron mucho las comidas de mi país. Las niñas me dijeron que deseaban volver en esta Navidad, pero con la crisis económica no va a poder ser, además estoy sin trabajo. Esperaré al verano», concluye.