Dos siglos de una epopeya

VIGO

02 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Al caer la noche del 27 de marzo de 1809, todas las campanas de la ría de Vigo comenzaron a tocar a rebato. Era el concierto que anunciaba una batalla. Fuegos dispersos en campamentos por toda la comarca iniciaron la marcha sobre la vieja villa amurallada, donde una guarnición de casi 1.300 soldados de la «Grande Armée» esperaba angustiada, escudriñando las sombras, con la certeza de la derrota.

Relámpagos de pólvora comenzaron a iluminar el mar frente al Berbés. Los cañones de las fragatas inglesas "Lively" y "Venus" escupían fuego sobre las baterías de A Laxe y de San Sebastián, anunciando el asalto inminente. Pronto, más de seis mil paisanos mal armados, pero con una determinación enorme, se echaron sobre los muros de Vigo, mientras los «voltigeurs» franceses repelían los ataques disparando su fusiles sobre la multitud. Comenzaba la batalla de la Reconquista, en la que los vigueses se levantaron en armas para retomar su villa y organizar luego una rebelión contra los invasores en toda Galicia. La epopeya de esta lucha terminaría por dar a la villa el título de ciudad.

Vigo fue la primera plaza reconquistada a Napoleón de forma permanente. Jamás el corso se había visto obligado a abandonar un territorio, ante la hostilidad de sus habitantes. Y así le ocurrió en Galicia, donde dos formidables ejércitos, comandados por los mariscales Soult y Ney, fueron derrotados por una tropa de paisanos, en una revuelta popular sin precedentes. Apenas seis meses estuvieron las tropas imperiales en Galicia. Y Vigo, la primera villa en liberarse, tras menos de dos meses de ocupación, fue la gran protagonista de este éxito.

A menudo se ha escrito sobre la Reconquista considerándola un hecho de armas menor. No lo fue. En primer lugar, porque se trató de una batalla en la que se enfrentaron dos ejércitos, uno formado por 1.249 soldados franceses y otro, por más de seis mil voluntarios vigueses.

En segundo lugar, Vigo se convertiría tras la Reconquista en la auténtica cabeza de puente para extender la guerra a toda Galicia. Días antes del 28 de marzo de 1809, dos fragatas inglesas, la «Libely» y la «Venus», garantizaron el bloqueo naval, al tiempo que comenzaron a surtir de armas y pertrechos a los sublevados.

Tras la liberación de la villa, el tráfico mercante inglés con la ría viguesa se incrementó y facilitó el desembarco de ayuda logística contra las tropas napoleónicas. Esta circunstancia ayudaría a la posterior victoria en la batalla de Ponte Sampaio, que en junio de 1809 supondría la derrota del ejército del mariscal Ney, Duque de Elchingen, a quien Napoleón denominaba «El Ajax de los Ejércitos Imperiales».

El historiador francés Thiers escribiría después: «Parece mentira que un cuerpo de ejército tan numeroso y avezado como el que mandaba Ney, a pesar de la habilidad y energía de tan famoso general, no pudiese hacer frente a los indisciplinados gallegos».

La decisiva batalla de Ponte Sampaio, dirigida por vigueses tras la Reconquista, obligaría a Napoleón a retirarse de Galicia para siempre, cuatro años antes de abandonar la Península.

El coronel británico John Jones, en su «Historia de la guerra de España y Portugal» escribió sobre la derrota de Ney y de Soult: «Los más hábiles mariscales de Bonaparte, encargados por él de dominar la Península, fueron, por así decirlo, expulsados de Galicia por unas guerrillas y unos restos de tropas regulares».

Ante la tentación de considerar la Reconquista y la batalla de Ponte Sampaio hechos menores, los testimonios internacionales son unánimes. Y pueden resumirse en las palabras del historiador francés Louis Madelin: «El hecho de que paisanos mal armados, sin conocimientos ni experiencia militar alguna, puedan hacer fracasar al genial Emperador y a los valientes «vencedores de Europa», es una verdad que los profesionales no acostumbran admitir fácilmente, y eso no sólamente los franceses, sino también los británicos y, a veces, hasta los propios españoles».

La repercusión histórica de los acontecimientos de Vigo se hizo enorme. Pero también lo fue en el mismo momento en que sucedían los hechos. Así, el propio diario británico «The Times» publicó diversas noticias sobre la Reconquista, enviadas por tripulantes de los navíos ingleses, convertidos en corresponsales. De hecho, en abril de 1809, el periódico llegó a convocar una cuestación pública para conseguir fondos «para los bravos soldados gallegos que han reconquistado Vigo».

Pero, al margen de su trascendencia, la epopeya de la Reconquista está cargada de anédotas apasionantes. Entre ellas, destacan las actividades de espionaje de los frailes del convento de San Francisco, que acogían a los franceses heridos para, en realidad, robarles sus armas y municiones, que luego sacaban extramuros a los campamentos de los rebeldes.

Y, frente a quienes sostienen que los franceses traían las ideas de la democracia y la Ilustración, hay que decir que, en realidad actuaban a las órdenes de un Emperador y que lo hacían a sangre y fuego. Así lo rebelan hechos como el asesinato de tres paisanos en una taberna viguesa, cosidos a bayonetazos por los galos por mera diversión. La investigación posterior de los cuerpos parecen sacados de una serie de policías forenses, como veremos en el doscientos aniversario del hecho, el próximo 24 de marzo.

La epopeya de Vigo, los días terribles en que los vigueses se alzaron en armas contra el invasor, están cargados de interés y trascendencia. Desde hoy, se contará qué ocurrió aquí mismo hace doscientos años.