Xosé Lois Vilar firma un libro coral sobre los nombres del mar

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

12 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El título que el historiador y arqueólogo baionés Xosé Lois Vilar ha elegido para su último libro ofrece una idea bien precisa de por dónde va el contenido. Antes de nada quiere dejar claro que aunque el trabajo lleva su firma es una obra coral. Y es que para reunir los 1.300 nombres del mar que ha reunido y, lo que tiene más mérito, ha situado en el mapa en los 60 kilómetros de costa que separan la desembocadura del Miño de Nigrán, ha necesitado el concurso de mucha gente.

No hay más que echar un vistazo al capítulo de agradecimientos que aparece en la última página (Tono, Daniel, Xulia Marqués, Carme A Curuxeira, Carlos Méixome, Bruno Centelles, Mónica Estévez...) y, sobre todo al de dedicatorias de la primera: «A Lucio, O Negro, fillo bravo do Jesuita de Baiona, finado logo de esmigallar A Parede en Rapachaquetas, O Baixo de Sudoeste, A Laxe e O Baixo Alto; a Pepe Selegante, que nos fixo entender que velear era arte, largar nasas era arte, marcar por María da Manta ou polo Collón e Medio era arte, e por suposto o meu avó Manolo, O Gardés, de quen non souben tirar proveito do cosmos mariñeiro que portaba debaixo da boina». Su mujer, Rosana Estévez, se encargó de la informática porque, según dice, «eu non sei nin prender o ordenador»

Si hemos de hacer caso a Gonzalo Navaza, presidente de la Asociación Galega de Onomástica, el libro de Vilar es una extraordinaria contribución al conocimiento de la cultura tradicional marinera. Aunque en rigor, dice, se trata de dos. La primera los resultados de un pormenorizado trabajo de campo realizado in situ, por boca de informantes locales, y la segunda la edición de un documento que vale su precio en oro, el cuaderno de marcas de Selegante.

Fue con este avezado marinero (1916-2005) con el que disfrutó de más horas de conversación. Las buenas vibraciones entre ambos se tradujeron, entre otras muchas cosas, en que Selegante terminó por poner a disposición del historiador su cuaderno de marcas. Los neófitos pudieran no saberlo, pero ese es el tesoro más preciado de un pescador. En él aparecen las referencias que toman para saber dónde hay que echar las redes con garantías de éxito. Dichas referencias son tan precisas que salirse de ellas apenas un metro supondrá llenar la bodega o regresar con ella vacía. Compiten con ventaja con el mejor GPS. Todo empezó con el «Prestige». Cuenta Xosé Lois que fue en el 2002, mientras paleaba chapapote del Prestige en Mougás, cuando concibió el libro. «Foron moitas horas e moitos días limpando aquela merda. Sentía curiosidade por saber como se chamaba cada zona, cada pedra que limpábamos», explica.

Respecto a lo de delimitar el estudio a la zona que va desde Salcidos a Patos, dice que por algo había que empezar, «e empezamos polo que mellor coñecemos». Habla en plural porque a la hora de hacer encuestas contó con la colaboración de Roberto Rodríguez, igual que él miembro del Instituto de Estudios Miñoranos y autor del mejor trabajo de toponimia de su Oia natal. 9.900 topónimos recogió en un municipio de apenas 83 kilómetros cuadrados. «En ningún otro lugar de España se ha reunido semellante densidade. Está moi ben feito», dice Vilar.

Para ayudarse en el trabajo echaron mano de cartas marinas, pero apenas encontró en ellas una quinta parte de los nombres que le iban refiriendo de viva voz los habitantes de la zona, con el agravante de que muchos de los topónimos estaban mal escritos.

Ya conté que en total 1.300. Si al repasar la lista alguno (o muchos) reclaman nuestra atención es fácil situarlos en el lugar que les corresponde, ya que también aparecen sobre unos mapas aéreos de toda la costa. Son muchos los que llaman mi atención: Os Amaldiosados, a Arca do Demo, Baixos da Orelluda Pequena, Bisugueiras, Cagar de Vacas, Enseada dos Nove, Fillos de Bazar, O Josesiño, A Lucresa, Mala Burra, As Orelludas, Rañacús, Rapapandullos...

Asegura Xosé Lois que detrás de cada uno de ellos hay una historia y un por qué. Normalmente tienen que ver con la actividad económica, con el paisaje, con naufragios... Algunas no tienen desperdicio. Por ejemplo O Cunichán. El lugar está en cabo Silleiro. En 1906 embarrancó en esas piedras un barco que, procedente de Alejandría, se dirigía a Inglaterra con 2.000 toneladas de simiente de algodón. El farero transmitió la noticia del accidente. «O Condichán bateu contra as pedras», le dijo a su interlocutor. Éste entendió O Cunichán y así lo transmitió a su vez. Bien, pues el barco en cuestión en realidad se llamaba Collingham. Talasonimia da costa sur de Galicia tiene una variante infantil que está a punto de presentarse en sociedad. Para dicha versión, Xosé Lois se ha valido de Mociña, una niña de once años que cuenta la historia, y de muchos dibujos que ha hecho una mano experta, la de Pepe Carreiro.

Este año se han hecho acreedores de ellos Mercedes Gallizo, secretaria general de Instituciones Penitenciarias; Emilio Calatayud, juez de menores de Granada; Emiliano de Tapia, capellán de la cárcel de Topas; Manuel Veiga, periodista y los centros de atención a drogodependientes Cedro y Alborada.

Como es habitual, se entregarán en el transcurso de una cena. Será el próximo día 17, en el restaurante Don Pepe. Para asistir hay que confirmar la existencia de plazas en los teléfonos 986 253 176 y 986 252 580. El precio por persona es de 45 euros. También como es habitual, existe una fila cero para aquellos que quieran realizar una aportación económica a la causa.