Oia se queda sin las pozas del río Tamuxe, que no se recupera del desastre de junio

Mercedes García

OIA

27 ago 2008 . Actualizado a las 11:29 h.

ASÍ ESTABAN LAS POZAS AYER

Inutilizables e irrecuperables. Pozas como la del Arco de siete metros de profundidad, parecen hoy parte de un paisaje lunar. La acumulación de tierra hace que pueden cruzarse de un lado a otro caminando. Nadar ya no es posible.

ASÍ ERAN LAS POZAS EN MAYO

Un lugar paradisíaco. El río formaba piscinas naturales a lo largo de todo su cauce.

DESDE AQUÍ SE PODÍA SALTAR DE CABEZA. Este tubo de paso era muy frecuentado por los más atrevidos para tirarse de cabeza, algo que tras el desastre es totalmente imposible porque la profundidad solo da para mojarse los pies y poco más. Hoy en día un salto desde aquí solo tendría como resultado un accidente grave.

LAS TRUCHAS HAN DESAPARECIDO. Según los comuneros, otra de las consecuencias es que la mala gestión del embalse ha hecho desaparecer las truchas.

TONELADAS DE LODO. Por todas partes, en especial en la zona del embalse, se acumularon cantidades inmensas de lodo, que reducen el nivel del agua.

Han pasado más de dos meses desde que un error en la gestión del embalse del río Tamuxe arrasó unos de los principales reclamos turísticos de la parroquia de Burgueira, en Oia: las pozas fluviales que durante décadas atrajeron a miles de bañistas y amantes de la naturaleza. Pero transcurridos dos meses, la no ha mejorado. Y aún es susceptible de empeorar, según advierten en la comunidad de montes, que teme que la llega del otoño y sus lluvias convierta el antiguo paraíso en un lodazal.

A finales de junio, la comunidad de montes de Burgueira denunció a la empresa eléctrica Hidrotide por abrir la compuerta del embalse y vaciar la cantidad de agua acumulada por las lluvias. Este hecho hizo desaparecer las pozas y redujo el caudal del río debido a que el agua iba acompañado de toneladas de lodo. Zonas que antes tenían sobre cuatro o siete metros de profundidad, hoy pueden atravesarse caminando sin correr el riesgo de ahogarse.

El desastre no afectó solo a la profundidad de las pozas sino que incluso cubrió algunas rocas. «La cantidad de agua y lodo acumulada en el embalse era tan grande que al abrir la compuerta de la presa desbordó el transcurso del río, avanzando por las zonas rocosas», explica Camilo González, presidente de la comunidad de montes de Burgueira. El aluvión acabó con otro de los tesoros del Tamuxe: las truchas, que han pasado de destacar por su gran cantidad a brillar por su ausencia.

Adiós a la poza del Arco

Los vecinos lamentan lo sucedido porque la mayoría crecieron disfrutando del paraje que albergaba Burgueira. Hoy, aún tienen dificultad para creerse lo que pasó y se entristecen al pensar que no podrán volver a tirarse de cabeza desde las piedras, ni relajarse con un baño en la poza del Arco, la más preciada por todos dado su tamaño y su fácil acceso.

Las consecuencias del desastre también pillan por sorpresa a los turistas que visitan Burgueira cada años: el vergel en el que otros años disfrutaban de sus vacaciones es hoy un paraje solitario, con más lodo y tierra seca que agua y pozas.

Si en junio los comuneros creían que las corrientes, con el paso de los años, limpiarían el lodo acumulado, hoy tienen claro que eso no sucederá nunca. El lodo se ha asentado y está firme, su retirada natural es prácticamente imposible. Y en caso de que el agua lo arrastrase, perjudicaría otros puntos del río que desemboca en Pías, O Rosa, y pasa por otras parroquias de Oia. En total hay un kilómetro de río afectado, en el que se cuentan decenas de pozas desaparecidas.

La única acción realizada desde la empresa para mejorar la situación fue de limpieza en el embalse. Hace dos semanas retiraron parte del lodo acumulado en los bordes, a lo que dedicaron únicamente tres días, según informa Camilo González. «Requería mucho más esfuerzo, esto no es suficiente», añade. Ahora, los comuneros esperan la resolución judicial y confían que la justicia esté de su parte e impidan a Hidrotide seguir con su actividad. Creen que una sanción no compensará el daño que hicieron, pero igual quita las ganas de repetir jugada.