Seis años y treinta días. Esa ha sido la espera que ha tenido que afrontar O Porriño para conseguir tener al fin unos presupuestos. Si el tiempo de gobierno en minoría que el BNG tuvo que soportar con el documento prorrogado desde el 2002 no fue poco, a ello se añadieron los treinta días de plazo establecido para que los grupos de centro derecha llegaran a un acuerdo después de que Raúl Francés, el regidor nacionalista, perdiera una moción de confianza. El plazo expiró ayer sin que la moción de censura se presentara en el registro.
La decisión de presentar la moción de confianza fue considerada por muchos como una jugada peligrosa a la que el alcalde parecía no tener miedo. «Non penso gobernar pensando nunha moción de censura», anunció cuando salió elegido, con una minoría que le ha impedido, entre otras cosas, garantizarle un sueldo a su equipo de gobierno.
Con el éxito ya en el bolsillo, lo cierto es que la aprobación inmediata de los presupuestos que llevó a pleno hace un mes y que no consiguieron apoyo de ningún grupo supondrán una inversión de cerca de siete millones de euros.
Entre las principales apuestas del gobierno se encuentra la de erradicar el chabolismo de Torneiros y mejorar la actual situación de la vivienda pública. En total se destinarán 1,2 millones de euros para cambiar este panorama. La parroquia, que demanda mejoras desde hace años, también podría contar en esta legislatura con el cumplimiento de la eterna promesa de enterrar la línea de alta tensión que pasa por la zona, para lo que desde el Concello se aportarán 350.000 euros. Conectar el barrio con el centro de O Porriño es otra de las medidas con las que se intentará sacar de su aislamiento a los cerca de 5.000 vecinos que viven en la zona. A estas sumas se unirán otros tres millones para infraestructuras y saneamiento en las diferentes parroquias o la búsqueda de mayor estabilidad para los trabajadores municipales. En total, el documento recoge un gasto de 24 millones, ya que 15 serán destinados a los gastos corrientes.