Un hostelero que en los ochenta suministraba marisco a Julio Iglesias y trajo a Cicciolina a Vigo

L. C. LL.

VIGO

17 jun 2008 . Actualizado a las 13:44 h.

Gana la partida al placer». Ese es el eslogan del club de Telmo Domínguez. Pero el hedonismo lo ha llevado a la perdición y ha terminado en la cárcel. El juez lo ha enviado a A Lama después de que la policía comprobase que su club era un supermercado de la droga con las estanterías bien abastecidas. Los agentes hallaron 650 dosis de cocaína y 366 de heroína.

El dueño del club de alterne más famoso de Vigo, Telmo Domínguez González, nació en Ponteareas hace 53 años, y con apenas 26 abrió su local en el casco antiguo de Vigo, en la calle Fermín Penzol. Era el año 1981 y Vigo un referente de la movida a la que Telmo también se había apuntado. Entonces el sida no existía (se descubrió ese año) y consumir cocaína se asociaba a la gente guapa con glamur y poder adquisitivo. Así que Telmo celebró el quinto aniversario de su local por todo lo alto trayéndose a Cicciolina, la pornostar italiana que llegó a eurodiputada.

Legión de famosos

Por el club pasaron una legión de famosos, desde Ramón Mendoza a Moncho Borrajo, José María García, Bertín Osborne y María Casal. Su propietario llegó entregar a Julio Iglesias en la fiesta de 1986 el premio de gallego universal. El prolífico cantante hacía gala de la amistad con el hostelero y aseguraba que Telmo le suministraba marisco fresco.

Seis años más tarde, a ningún famoso le hacía gracia que le recordasen sus fotos con el presunto hostelero. En 1992, Telmo Domínguez era condenado por primera vez por tráfico de drogas y prostitución. Desde entonces, las idas y venidas al juzgado y la cárcel se han sucedido.

En el año 1995 ocupó una vivienda de protección social de O Porriño, le cambió la cerradura y se la alquiló a una familia de etnia gitana. En 1999 fue al juzgado por actuar contra el derecho de los trabajadores y por coacción y lucro en la prostitución. En el año 2000 fue arrestado por estafa. Dos años después, fue detenido otra vez por atentar contra el derecho de los trabajadores y por falsificación de moneda. El declive moral del empresario se hizo más patente cuando en el 2007 fue condenado por malos tratos en el ámbito familiar.

Paralelamente, el local de la gente guapa de antaño se transformaba en un antro al que se iba a pillar. Últimamente, el negocio de las drogas parecía dejar más dinero que el proxenetismo. El tráfico de cocaína y heroína en el local se había vuelto demasiado llamativo y la policía y la Justicia tomaron cartas en el asunto.