Sin solución definitiva al realojo, las siete familias (54 personas) a las que mañana les derribarán sus chabolas advierten: «De aquí no nos moverán»
22 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.Diluvia, y los niños acaban de regresar del colegio. Las calles del poblado gitano del municipio pontevedrés de O Vao están desiertas, pero varias familias respiran intranquilas ante el futuro incierto que les espera. Esta semana se les notificó que mañana viernes, a las 9 horas, se derribarán sus chabolas. Los gitanos afectados por la demolición de sus infraviviendas, un conflicto social y urbanístico con más de diez años de vida, no pondrían oposición «si tuviéramos las llaves de una casa adonde mudarnos». No obstante están en pie de guerra. Anuncian que se atrincherarán en sus hogares, que se defenderán con uñas y dientes.
Reclaman un poco más de tiempo, dos semanas, para realojarse. Sin embargo, la amenaza de la piqueta convive con ellos. Si no es por la vía diplomática, se tomarán otras medidas. «De aquí no nos moverán», afirma Mariano Silva, quien lleva cerca de 40 años residiendo en O Vao y dos decenios en una de las viviendas afectadas por una orden judicial de derribo. «Lo que están haciendo con nosotros no se le hace ni a los perros», añade, apoyado en todo momento por sus familiares.
Algunas de las siete familias afectadas no quieren hablar, y los que lo hacen culpan de la situación límite al alcalde de Poio, el nacionalista Luciano Sobral, y a su concejal de Urbanismo, Xulio Barreiro. Ayer mismo portavoces de los perjudicados se reunieron con responsables municipales, y a la salida, aseguraron sentirse engañados. «Nos mintieron desde hace más de un año y nos continúan mintiendo ahora», indica otro de los afectados por el derribo, que prefiere no dar su nombre.
La desconfianza es tal que no se creen las palabras de Luciano Sobral cuando les informa que cuenta con seis casas que se utilizarán para reubicarlos. «Si no tenemos casa, de aquí no se marcha nadie. Estos terrenos son nuestros», recalca Silva. Para Mariano y su hijo Carlos, de luto, la demolición de su vivienda no tiene sentido, puesto que hay tres chabolas adosadas que no están en la lista de derribos. La chabola de la familia de Mariano, el número 37 está en el listado, pero no la 36 B, 37A y 37 Izquierda. «Si tiran la casa, ¿qué le sucederá a la mía?, se pregunta el propietario del hogar 36 B.
«Tengo una niña de nueve meses, y dos niños de cinco y ocho años», señala Carlos. «Si pierdo la casa, no solo pierdo yo, también pierden mis niños», subraya. «¿A dónde vamos?».