Cómo ser maniquí de alta costura

PATRICIA IGLESIAS

TENDENCIAS

Gemma Fabeiro, que ha trabajado para Gianfranco Ferre o Ralph Lauren, se pone en manos de Vanessa Datorre para vestir diseños imposibles más propios de una exposición que de «prêt-à-porter».

16 oct 2009 . Actualizado a las 13:19 h.

Dejó su Rois natal a los 17 años para cursar sus estudios de informática en A Coruña. En esta ciudad fue consciente de su espectacular físico y, mientras se manejaba a la perfección entre ordenadores y sistemas operativos, se puso en manos de Belén Correa, que la inició en el mundo de la moda y le dio las directrices básicas para comenzar su andadura como modelo.

Poco a poco, Gemma Fabeiro se dio cuenta de que el mundo de la moda se trataba de una carrera de fondo que tan solo había dado el pistoletazo de salida. Así que se lanzó a la aventura y puso su casi 180 de estatura y sus 88-60-90 en manos de Madrid. Todo estaba a su alcance y la constancia, la perseverancia y la madurez de Gemma la introdujeron de lleno en las mejores pasarelas. Cibeles, Bilbao, Sevilla... son solo algunas de las pasarelas que se la han rifado para mostrar las tendencias de cada temporada. Y es que sus ojos verdes y su melena castaña embaucan a firmas como Nike, Armani o Ralph Lauren, que la reclaman para sus creaciones. «Contar con una buena agencia es fundamental», dice la gallega, que ha realizado editoriales para revistas como Maxim.

Su carrera

Muchas lo intentan, pero no todas llegan a poder vivir de la moda. Gemma lleva diez años trabajando y viviendo de ello. «Yo suelo tener una agenda organizada para todo un mes y eso es difícil», comenta con su suave y dulce voz. Sin embargo, nada es suficiente para la de Rois. Entre pose y pose también ha cursado dos años de Interpretación y el tiempo que le sobra lo dedica a cuidarse por dentro y por fuera.

Pero ¿es coqueta una modelo? «A mí me gusta la moda ?confiesa?, pero cuando te pasas el día muy arreglada, en tu tiempo libre aprovechas para ir cómoda». Y es que, aunque reconoce un Dior o un Armani a distancia, se decanta por Zara a la hora de llenar su armario: «Me parece de lo mejor en cuanto a tendencia y diseño». Nunca lleva tacones y sus básicos de belleza se reducen a lavarse la cara mañana y noche y a hidratar el cuerpo después de cada ducha: «No hay nada mejor para la belleza que lo que tú misma puedes hacer por ella a diario en casa». Lo que no perdona son cuidados extra para su cabello. «Nos lo castigan mucho en cada trabajo y hay que mimarlo si queremos conservarlo», dice.

No se maquilla. Utiliza una crema con color y algo de colorete y rímel si la ocasión lo requiere. Y es que la modelo es todo sencillez. Solo hay que pasar una tarde con ella para darse cuenta de que la paciencia, la armonía y la candidez son sus señas de identidad. Rebosa tranquilidad y equilibrio en cada gesto, y eso debe de ser difícil en el ajetreado mundo de la imagen. Pero ella lo consigue descargando adrenalina con spinning.

A pesar de lo que pueda parecer, Gemma no ha llegado a la estabilidad y al éxito en su vida. Estos diez años se pueden resumir como una etapa en su vida, etapa que culmina este mismo mes, en el que pone rumbo a Londres de forma indefinida: «La vida de una modelo es corta. A mi edad debo plantearme otra meta profesional que, aunque intentaré vincular a la moda, no será probablemente lo que hago ahora».

La transformación

Gemma ha querido sacar un hueco de su ajetreada agenda para posar para Fugas y mostrarle al mundo que una chica normal, con sus estudios y con ganas de seguir aprendiendo, se convierte en pocas horas en el objeto de hombres y mujeres gracias al diseño, al maquillaje y a una fotografía adecuada. Admira el trabajo de Vanessa Datorre como pocos y es que ella sabe de lo que habla y «lo de Vanessa se puede hacer peor e igual de llamativo, pero pocas veces mejor y con tanta elegancia». Vanessa, por su parte, ha querido que Gemma fuera el maniquí de sus espectaculares diseños porque la modelo no solo posa, sino que transmite la elegancia y la grandeza clásica en la que ella piensa cuando diseña. En definitiva, un tándem perfecto con el que sueñan todos los expertos en moda. El resultado está a la vista en el trabajo fotográfico de Manuel Marras, que ha conseguido plasmar la elegancia, el diseño y la candidez de la diseñadora, el estilista y la modelo en un entorno casi imposible de eclipsar, el Teatro Jofre.