¿La vacuna de la malaria servirá?

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El reciente anuncio de Pedro Alonso es un paso adelante para curar el paludismo, pero evidencia las contradicciones sanitarias mundiales

23 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Cada minuto mueren tres niños de malaria en el mundo. Esta cifra justifica cualquier esfuerzo por encontrar una solución a un problema endémico en gran parte de los trópicos. Solo por la gravedad de la dolencia se justifica el aplauso internacional del último anuncio sobre una vacuna: el equipo del español Pedro Alonso informó haber encontrado un antígeno que funciona en la mitad de los niños y es estable. Toda la comunidad científica se congratula con el resultado, pero algunas voces apuntan que tener una vacuna no sirve de nada si los países afectados no la pueden comprar de forma masiva; y recalcan que la malaria se puede tratar de forma eficaz y solo la falta de medios impide que esto se haga en los estados implicados. ¿Cuál es la situación real?

Primero, el anuncio realizado esta semana a través de un estudio publicado en The New England Journal of Medicine es prematuro, porque ni siquiera se ha concluido la última fase del ensayo del fármaco, algo inusual; no se sabe, por ejemplo, qué eficacia tiene en lactantes ni si la vacuna dura más de un año. En segundo lugar, no se podrá comercializar hasta por lo menos el 2015, y tardará en dar resultados visibles. Pero, tal y como apunta José Miguel Fernández Naveiro, médico del servicio de Medicina Preventiva y coordinador de la Consulta del Viajero del Clínico de Santiago, su importancia radica en que esta vacuna «no trata tanto de eliminar la enfermedad como de reducir su altísima mortalidad».

Además, recuerda que se trata de la primera vez en decenas de años de investigación que los científicos han llegado tan lejos. Y es que la vacuna es estable, algo casi increíble cuando se trata de luchar contra un parásito que va cambiando y adaptándose a su huésped. El Plasmodium -que llega al ser humano por una picadura del mosquito Anopheles infectado a su vez- va por la sangre hasta el hígado y desde allí al resto de los órganos. Por eso es casi imposible vencerlo, porque no tiene la sencillez de un virus o de una bacteria, va cambiando. El equipo de Alonso le ha cortado el camino antes de llegar al hígado, usando como base el soporte de las vacunas contra la hepatitis B.

El trabajo desarrollado en Mozambique por el español es espectacular, no cabe duda, pero a veces puede hacer olvidar otra realidad. Federico Martinón Torres, pediatra del CHUS y experto en vacunas, apunta que «la malaria es una enfermedad para la que hay otras medidas que sabemos que funcionan [profilaxis (la mortalidad cae un 20 % si se duerme bajo mosquitera) y tratamientos] pero que llevan a cabo en los países afectados por falta de dinero». Por eso, aunque investigar la vacuna se hace necesario, mientras esta línea de trabajo no da el resultado apetecible, el investigador gallego apunta a que se podrían acometer mejoras en los otros campos, algo que solo ocurre de forma puntual.