Una gallega monta una empresa para crear un anticancerígeno

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El fármaco es eficaz en los ensayos preclínicos para tumores agresivos

09 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La investigación era muy prometedora. Demasiado como para que el avance obtenido se quedara encerrado en un laboratorio o limitado a una publicación científica. Marisol Soengas y Damiá Tormo habían logrado hace dos años, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), activar de forma simultánea un doble mecanismo para que las células del melanoma, el más mortífero de los cánceres de piel, se autodestruyeran. Primero en un suicidio lento y programado y luego en una suerte de canibalismo violento y voraz. Y también habían hallado el agente químico capaz de desencadenar esta degradación masiva. Tenían ante sus manos un potente y prometedor compuesto para el tratamiento de tumores agresivos, pero desde un centro de investigación público no podían ir más allá de la investigación básica. Había que arriesgarse si querían dar el salto para trasladar los resultados del laboratorio a la clínica. Y lo hicieron.

Fue así como la gallega Marisol Soengas, directora del grupo de melanoma del CNIO, y el valenciano Damiá Tormo, uno de los investigadores de su equipo, crearon, una como directora científica y el otro como responsable de la sociedad, la empresa tecnológica Bioncotech Therapeutics. ¿Su misión? Desarrollar un fármaco para el tratamiento de tumores agresivos con alto índice de mortalidad, como el melanoma metastásico, el gliobastoma o los tumores de páncreas y vejiga. De momento está en la fase preclínica, que esperan concluir el próximo año, y los resultados son más que alentadores. La molécula B0-110 ha demostrado su eficacia y seguridad en animales de experimentación, que tampoco han tenido efectos secundarios.

Responsabilidad

«Era una responsabilidad muy grande probar el compuesto. Pero sabíamos que, por responsabilidad con los pacientes, teníamos que hacerlo, y nos hemos arriesgado, aunque no sabemos si va a funcionar o no», explica Soengas, que sigue trabajando en el CNIO. «La empresa -añade- la montamos Damiá Tormo y yo, y a partir de ahí se implicó otra gente del mundo empresarial y con experiencia en el desarrollo de fármacos».

En esta línea coincide Damiá Tormo, que se llevó la empresa a Valencia por las facilidades que le dieron para su instalación en el Parque Científico de la Universidad de Valencia, donde se ha ubicado. «Creíamos -apunta- que el compuesto era suficientemente interesante y que los pacientes, en el futuro, se deberían beneficiar de él, por lo que no podíamos dejarlo solo en la publicación de una revista científica. Fue una decisión bastante arriesgada, pero se van cumpliendo los objetivos y nos acercamos a lo que deseábamos». Si todo sale según lo previsto, dentro de un año podrían empezar los ensayos clínicos en humanos en fase I, en lo que se estudiará fundamentalmente la seguridad del fármaco. Luego se pasará a la segunda, en la que también se medirá la eficacia. Más allá no podrán seguir, ya que para la fase tres, con pruebas en enfermos a gran escala, se necesita una elevada inversión. Será entonces cuando se planteen ceder los derechos de la patente a una multinacional farmacéutica o buscar algún acuerdo de colaboración.

En cualquier caso, para la primera experimentación también se necesitarán voluntarios, para lo que Marisol Soengas espera contar con la colaboración de hospitales gallegos. «Aunque de forma aún preliminar -dice-, ya hemos hablado con oncólogos del Chuac».