«Lo que más me angustia es no encontrar un incentivo»

a. a. redacción / la voz

SOCIEDAD

Sin retos, suspende pese a tener un coeficiente de 135

21 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A Guillermo Goyanes no le gusta que le cuelguen la etiqueta de superdotado, pues le ha hecho mucho daño durante su formación escolar, pero una simple charla con él basta para saber que lo es. Con 16 años razona y articula sus argumentos como un adulto. Su fuerte es la resolución de problemas matemáticos, que puede trasladar a otros campos, como la poesía. Si lee un soneto se queda con la estructura métrica y rítmica y es capaz de crear otro similar en el momento. Sin embargo, su coeficiente de 135 no le evita dificultades con los estudios.

«Tengo suspensos -asume con naturalidad-, aunque suelo sacar notas altas en las recuperaciones». Pero que nadie piense que se trata de dejadez. Guillermo es el ejemplo clásico del superdotado que no ha tenido la suerte de toparse a tiempo con un maestro que entendiese lo que tenía entre manos.

«Siempre he frenado mucho el nivel porque me lo pedían los profesores. Así, hubo varios años perdidos y hoy en día noto que por esa forma de funcionar voy peor en los estudios. Es verdad que las notas son malas -admite Guillermo-, y para mí es una decepción, pero no tengo grandes retos en clase y lo que más me angustia es no encontrar un incentivo».

«En el colegio no hacía nada porque cuando los demás estaban sumando él dividía -matiza Marián Vázquez, su madre-. Ahora, solo cuando se le plantea un reto demuestra realmente lo que vale». La experiencia de Guillermo -«no sé qué hacer para motivarlo»- le infunde temor por un pequeño detalle: su hija Alicia, de 10 años, también es superdotada, y el pequeño Gabriel, de 2, va camino de serlo. Esa creatividad que no pudo canalizar en sus estudios la halló Guillermo en el deporte. Su 1,97 de estatura lo orientó hacia el baloncesto, en el que ha encontrado al fin ese aliciente, «aunque tampoco al 100%».