Juan Pablo II ya está en los altares tras su beatificación

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

Benedicto XVI destacó de su antecesor el enaltecimiento de la verdad

02 may 2011 . Actualizado a las 14:47 h.

Juan Pablo II ya es beato. El anuncio hecho por Benedicto XVI fue acogido con un aplauso que resonó en la plaza de San Pedro y se prolongó a través de las calles de Roma que con dificultad acogían al más de un millón de peregrinos llegados de todo el mundo. Eran poco más de las 10.30 horas de una mañana que despertó nublada y terminó bajo un ardiente sol de primavera, cuando se descubrió el retrato del nuevo beato, una foto de 1995.

La beatificación de Karol Wojtyla, que fue la más multitudinaria de la historia, se produce a tan solo seis años y un mes de su muerte. Benedicto XVI en su homilía recordó, como ya lo había hecho en su funeral, que «se percibía el olor de su santidad», por lo que ha querido que «la causa de su beatificación procediera con razonable rapidez».

La ceremonia empezó con la petición del cardenal Agostino Vallini, vicario del Papa en la diócesis de Roma, al Pontífice para que declarase beato a Juan Pablo II, tras lo que descubrió el retrato. Sor Tobiana y sor Marie Simon Pierre, a la que Juan Pablo II curó su párkinson, le llevaron al papa Benedicto XVI una ampolla con la sangre del nuevo beato.

En la homilía, Benedicto XVI resaltó la figura de Wojtyla y recordó sus primeras palabras como Papa: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!» que lo llevaron a abrir a Cristo «la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos». «Ese hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad». Añadió el Papa que su antecesor «subió al Solio de San Pedro llevando consigo la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre».

«Aquella carga de esperanza que se le dio al marxismo y a la ideología del progreso, él la reivindicó legítimamente para el cristianismo, restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia con un espíritu de adviento, con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo, plenitud del hombre y cumplimiento de su anhelo de justicia y de paz». Además Benedicto XVI destacó «su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones», así como «su testimonio en el sufrimiento».

Tras la ceremonia, miles de personas desfilaron ante el féretro de Juan Pablo II expuesto ante el altar de la basílica de San Pedro. El primero fue Benedicto XVI. La basílica permanecerá abierta hasta que entre el último peregrino. Hoy, el cardenal Tracisio Bertone, secretario de Estado, celebrará una misa de agradecimiento.

El 22 de octubre, fecha del comienzo del pontificado de Juan Pablo II, será la fiesta litúrgica del nuevo beato, elevado a los altares este 1 de mayo por ser la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por él en honor a la santa Faustina Kowalska, de la que era muy devoto.

Muchos fueron los que durmieron en la plaza, que se tuvo que abrir antes de lo previsto por la cantidad de gente que intentaba acceder a ella. En las calles adyacentes se vivieron escenas de caos y de pánico. Entre las banderas de todo el mundo, las más numerosas eran las polacas, que ocupaban el centro de San Pedro.

Cinco casas reales, entre ellas la de España representada por los Príncipes de Asturias, asistieron a la ceremonia con delegaciones de 87 países, 16 jefes de Estado y 7 primeros ministros.