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Eliminar la plaga de mimosas en Galicia requiere un plan a 50 años

XAVIER LOMBARDERO REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

Han invadido O Ribeiro, donde servían como tutores y abono de la viña

11 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Erradicar la plaga de mimosas del sur de Galicia requeriría una costosa intervención a largo plazo, al menos durante 50 años, según la experiencia de recuperación de 200 hectáreas de bosque autóctono en Ridimoas, en O Ribeiro, comarca donde la Acacia dealbata australiana supone una invasión. Tras 35 años de talas y tratamiento continuado con herbicida, gran parte de Ridimoas ya no es acacial y recientemente científicos de la Universidade de Vigo (UVI) explicaron en Ribadavia su biología y procedimientos de control.

«Hai que cortalas e darlles catro mans de herbicida o primeiro ano -explica Pablo Rodríguez Oitabén, presidente de la asociación cultural-ecológica Ridimoas-, para logo aplicar herbicida unha ou dúas veces ao ano, así durante catro anos. Ao cabo de dez anos vai saíndo o monte orixinal. Quitar as mimosas é moi traballoso pero esta leguminosa deixa o chan fértil, moi nitroxenado, por iso o carballo nace de marabilla e xa antes se plantaba nel a viña».

La que llegó a mediados del siglo XIX como bella planta ornamental, inspirando fiestas literarias, se aclimató de tal modo que hay desordenadas extensiones junto a los ríos, dunas, parques naturales y reservas de la biosfera. Compradores andaluces han llegado a contratar la recolección de su flor para hacer perfumes. Sus taninos sirvieron para curtidos y proporcionó utilidades destacadas: crecen rectas y con rapidez y, al ser baratas, las mimosas rendían estacas para tutores en viñedos (en el norte sujetaban plantaciones de habas). De viejas servían para la lumbre en cocinas económicas. Pero los cambios en la vida rural propiciaron su descontrol, pues avanza fácilmente en suelos agrícolas sin labor o quemados.

Una vez establecidas, y ante el menor abandono, acaparan el entorno. «Segregan sustancias nas raíces que paralizan o crecemento doutras plantas nativas, unha actividade alelopática, e as sementes conservan cen anos a capacidade de xerminar», explica Oitabén, que alaba la investigación que la doctoranda Paula Lorenzo y el equipo de Luis González realizaron sobre cómo interfieren o suprimen otra flora nativa, y los métodos para controlar las mimosas. Ensayaron en parcelas de Ridimoas, Allariz, Porriño, Tui y Ponteareas.