«Ya me dijo el doctor Barnard que me iba a morir de otra cosa»

r. domínguez A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

Antonio Peña, trasplantado en 1991 en el Juan Canalejo, tiene 80 años. «¡Quién me lo iba a decir!», exclama.

09 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El 5 de abril de 1991 está marcado en la medicina gallega. Aquel día se realizó en el Hospital Juan Canalejo, de A Coruña, hoy Chuac, el primer trasplante de corazón de Galicia. En la mesa de operaciones estaba Antonio Peña, coruñés de 80 años que hace gala de llevar un corazón de 42 (22 tenía su donante). Ayer, este hombre que confiesa que jamás le ha dolido el pecho, volvió a recordar en la fiesta de aniversario aquel día de primavera que cambió su destino y, desde entonces, el de otros 623 gallegos, 27 de ellos niños.

-¿Qué recuerda del trasplante?

-Recuerdo que solo tenía orejas, pesaba poco más de 50 kilos, y cada dos por tres tenía que salir pitando para la residencia porque me ahogaba. Nunca antes había estado enfermo hasta que me dio el primer infarto, y tuve dos más. Yo tenía que pensar en mi mujer y en mi hijo, por eso me decidí a ser el primero. Nadie de la familia quería firmar para la operación, así que yo dije ??es a mí al que van a abrir, ¿no? ¿Mi firma vale???. Y así fue. Llegó el día, apareció el donante, un chaval, un motorista de Valladolid, y me operé. El trato fue fabuloso, los médicos y las enfermeras no sabían, ni saben, qué hacerme. Yo quería irme para casa, echaba de menos la cama, y a los 15 días me dieron el alta.

-Y van 20 años ya.

-¡Quién me lo iba a decir! Hoy mismo les deseé a los doctores tanto éxito de aquí en adelante como tuvieron conmigo. Vi a Gonzalo Pradas, que fue uno de los que estuvieron en la operación, y ahora está en Vigo, y también al doctor Juffé, el cirujano que me puso el corazón. Recuerdo que en el 2001, que también hubo fiesta en el hospital, él me dijo ??Antonio, nos vemos dentro de diez años?? y yo le pregunté que dónde tenía que firmar, que allí mismo lo hacía. Y fíjate, han pasado.

-¿El corazón sigue yendo «como un tiro», como solía decir?

-Me encuentro bastante bien, no me puedo quejar. ¿Cómo te diría...? Do corazón estou moi ben, pero a carrocería vai vella.

-¿Sigue caminando?

-Procuro andar una hora, hora y media, pero algunos días no bajo. Antes iba hasta la torre, pero ahora me quedo por el barrio, bajo hasta Monelos, voy a la peña de la Gaiteira... Quieras que no, los años se van notando, las piernas ya se quejan. Escapo de las cuestas y de las escaleras, me siento en un banco, leo... ahora los deportes, porque los médicos creen que no me sienta bien mirar las esquelas. Me quitaron también el coche, ya no puedo conducir. Pero bueno, no me puedo quejar.

-¿Cómo lleva el tratamiento?

-Es cuestión de costumbre. Tomo 21 pastillas, pero no solo por lo del trasplante... Ya me dijo Barnard, que vino a Galicia, a la tele, poco después de que me operaran, que me iba a morir de otra cosa. Nos pasaron tantas cosas... Yo enfermé cuando murió mi primer hijo y acabé trasplantado, y ahora ya he enterrado al segundo. Aún no sé cómo sigo aquí. No se sabe lo que el cuerpo puede llegar a aguantar. Pero así es la vida.

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