José Castro, tras los pasos de John Galliano

SOCIEDAD

Su infancia en A Cañiza, vinculada a una funeraria familiar, define el estilo único de este diseñador

24 sep 2009 . Actualizado a las 10:19 h.

Algo no encaja en la moda española cuando los gurús del sector, reunidos en torno a la hoguera de Cibeles, descubren y encumbran a José Castro (A Cañiza, 1971) dos años después de que lo hiciesen sus colegas franceses. Desde que desfiló el primer día en Ifema, los blogs y confidenciales del mundillo ardían en elogios y señalaban a Castro como probable ganador del premio L'Oreal, lo que se confirmó el martes, cuando Aurora se convirtió en la mejor colección de la pasarela. Todo un espaldarazo para Castro.

«Cuando sale la primera modelo puedes notar cómo se te eriza la piel y se te acelera el pulso», se leía en trendy-and-charm.blogspot.com. Otros lo han comparado estos días con Gaultier, aseguran que es el mejor diseñador de los últimos diez años o, como Agustín Velasco en ecodiario.com, le reservan un hueco en el cielo de los modistos, Dior. El experto, asombrado por lo que acababa de ver, expresa: «Justifica la celebración de esta edición de Cibeles. Hoy por hoy, a juicio de este humilde crítico de moda, Castro sería el único aspirante a disputarle la plaza a Galliano al frente de Dior. Lamentablemente, España está muy lejos de París».

No tanto. Tres desfiles a orillas del Sena fueron suficientes para que la Federación Francesa de la Costura lo incluyese en el club hace dos años. Solo Rabbane, Balenciaga y Josep Font comparten tal honor en España.

No es el primer crítico que lo compara con Galliano, gurú de Dior, o con otros talentos de la alta costura. Helen Steele, de telva.com, abunda en el asunto: «Me dio la sensación de haber viajado a la Semana de la Moda de París. ¡Qué prendas magistrales! Y no hablo solo de su espectacular patronaje, ante el que me quito el sombrero, sino de sus acabados, impresionantes. Eso es casi couture y no el prêt-à-porter al que nos tienen acostumbrados otros diseñadores. ¡ Chapeau por él! Es un genio y pronto lo ficharán en alguna casa de costura francesa».

De hecho, Francia lo descubrió primero, aunque sus dificultades económicas le obligaron a renunciar a París. «No tengo ni para comprarme unos pantalones», declaró a La Voz de Galicia. En febrero de este año reorientó sus esfuerzos y llegó a Madrid como un perfecto desconocido. Con todo, se quedó a milésimas de ganar el premio L'Oreal con una primera colección inspirada en El resplandor , de Kubrick, que levantó al público de los asientos cuando las modelos mancharon sus níveos vestidos con la sangre que llevaban en sus manos. Los críticos que preguntaban entonces quién era han impulsado ahora su candidatura al premio. Esta vez, concedido por unanimidad, porque como dijo Álex Carrasco en publico.es, «lo que era una suposición terminó por convertirse en realidad aplastante»: el triunfo de una colección que Castro montó sin un duro, creando sus prendas con restos de gafas de sol y alarmas de ropa de Bershka.

Fotografías en un ataúd

Pero fue su originalidad la que encandiló a la crítica. Tiniebla y claridad, pesimismo y vitalismo... En solo seis meses, Cibeles conoció la dualidad que define su estilo. La personalidad del modisto se forjó a la luz y a la sombra de El Retiro, el restaurante familiar para bodas y comuniones que funcionaba también como funeraria (La Eternidad). «Crecí entre banquetes de boda y muertos», explica mientras evoca al niño que guardaba sus fotos y recuerdos en un ataúd infantil en «la Galicia brutal» que le tocó vivir.

«O corvo voa sobre Madrid», bromea tras conocer el premio para Aurora . El pájaro sombrío de los bosques de su infancia se transforma en el guacamayo con que compartió 25 años en el restaurante familiar y que inspira su última colección. El cuervo es ahora ave del paraíso, el negro da paso al colorido de las plumas y matiza los vestidos de las modelos ante la mirada atónita de Cibeles.