«Nuestro reto ahora es encontrar al Pinochet de la pobreza»

SOCIEDAD

El responsable de AI en España cree que ya es hora de incluir la miseria en la lista de torturas, y espera que un Garzón desate la caza internacional a los culpables del hambre

02 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Esteban Beltrán tiene un actuar dulce, un gesto pausado que esconde una férrea doctrina contra la tortura. Experimentado y lejos ya de los cantos de sirena de las utopías, cree firmemente que es el momento de ir más allá e incluir la pobreza en la lista de torturas. Lo dijo en A Coruña, donde estuvo esta semana para apoyar los veinte años de la agrupación local de Amnistía Internacional (AI).

-La actualidad manda: hace poco ustedes criticaban duramente el régimen de Álvaro Uribe en Colombia y estos días hemos sabido que ha realizado la mayor purga del Ejército en su país por los ataques a los derechos humanos. ¿Es una buena señal?

-Destituir no significa llevar ante la Justicia. Este es un paso importante pero claramente insuficiente.

-Pero Uribe anuncia tolerancia cero contra los abusos.

-Pero hasta ahora no ha tenido esa tolerancia cero. Por ejemplo, el hecho de que Uribe no reconozca que en el país hay un conflicto armado impide que la población civil tenga la protección y ayuda que necesita. Y, en general, el respeto a los derechos humanos se ha deteriorado, aunque sí ha descendido el nivel de secuestros y hay algo más de seguridad.

-¿Podría hacerlo, aunque quisiera, de un día para otro?

-Eso no sería posible en ningún país del mundo, pero lo importante es la trayectoria política; eso es lo que miramos.

-¿Y cómo está la trayectoria política del mundo?

-El peligro ha sido que quienes han quebrado las reglas son democracias consolidadas, como Estados Unidos y Gran Bretaña, y eso genera un efecto dominó. Estados Unidos tiene Guantánamo, detiene sin garantías y traslada a presos y Europa permite que los aviones de la CIA sobrevuelen su territorio en esas condiciones. Hasta en Suecia ha ocurrido, permitiendo repatriar a un egipcio que, en el avión de vuelta a casa, ya fue torturado por los servicios americanos.

-¿Qué espera del futuro?

-La parte buena es que en estos siete años (tras el 11-S) hemos resistido sin cambiar una coma del texto de los derechos humanos, que cumple en diciembre 60 años. Por eso, es el momento de mejorar.

-¿Hacia dónde?

-Primero, que la tortura no se legalice en el mundo, bajo ningún concepto. Que siga estando prohibida, que siga siendo clandestina. Lo segundo, igualar los presos de la pobreza con los de conciencia y, sobre todo, buscar a los culpables.

-¡Eso es muy difícil!

-No crea. ¡Demostrar que un presidente de Gobierno autorizó la tortura es mucho más difícil! Pero hemos conseguido hacerlo y que esa idea esté claramente instalada en los derechos humanos. Pues con esto igual. Y doy ejemplos: el presidente de Israel mandó derruir seis mil viviendas de palestinos, y eso los llevará a la pobreza; en Corea del Norte se usa el reparto de comida para premiar a los que apoyan al régimen y matar de hambre a los opositores... Es fundamental identificar a las víctimas, que tengan nombres y apellidos y no sean estadísticas.

-¿Qué buscan?

-Nuestro reto ahora es encontrar al Pinochet de la pobreza. Un gobernante que se levante de la cama en un país democrático y se encuentre detenido por un juez que entiende que haber provocado la pobreza a un colectivo es un crimen contra la humanidad, no prescribe y no importa dónde haya sido.