La tejedora de redes sociales

SOCIEDAD

Noelia Núñez coordina un grupo de la ONU para formar voluntariado y agentes sociales en Angola tras los estragos de la guerra, la otra cara de la reconstrucción

20 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El desastre que dejan los años de guerra y la colonización durante décadas terminan por desmontar un país desde sus formas elementales de gobierno hasta las más pequeñas organizaciones sociales. «En España hay cosas comunes, como participar en una asociación de vecinos, a las que no damos importancia, pero aquí, por los fallecidos y por los desplazados, se ha perdido la movilización comunitaria». Quien así lo cuenta es Noelia Núñez, coruñesa de 32 años, en su segunda experiencia en el Sur, que lleva Angola por destino, un país donde empresarios ricos de Dubái ya planifican casinos y grandes complejos hoteleros, pero también donde se tardan dos horas en cubrir 14 kilómetros por el caos de sus comunicaciones; el engarrafamento, como lo llaman en la capital, Luanda. Paradojas del desarrollo.

Una reconstrucción como la que precisa Angola, tras 30 años de enfrentamiento, precisa de mejoras sanitarias, infraestructuras, formación, eliminación de minas, vuelta de desplazados? Pero también de organizaciones sociales de base que se encarguen de fortalecer el sector privado, la protección de los retornados, la educación fuera de las aulas o avisar del riesgo del sida. Es la cara b que también se precisa para salir de la pobreza. «El voluntariado aporta cohesión social en las comunidades en que se desarrolla y aumenta la participación de aquellos sectores que estaban discriminados, y ese es uno de nuestros objetivos», subraya Noelia.

No debería ser complicada la tarea. En África, las redes de solidaridad existen «de forma casi natural, porque son parte de las tradiciones de las diferentes etnias». No debería ser complicada, pero lo es. Porque en Angola hay que partir de un punto cero, las comunicaciones son complejas y hay zonas por las que mejor no pasar si no llevas a alguien cerca que conozca el lugar. «A los dos meses de estar aquí, unos amigos tuvieron un accidente y la ambulancia tardó tres horas en llegar», cuenta.

Guatemala y Honduras

Ese caso es el peor momento que recuerda en su experiencia como cooperante, que la llevó primero a Guatemala. Luego a Honduras. «Mi primer día allí quizá sea el instante con el que me quedaría de todo lo que llevo haciendo», comenta. Allí también trabajó para la gran agencia de desarrollo humano, la ONU, en sus diferentes programas. Con las Naciones Unidas llegó a Angola en agosto del 2006 y el próximo septiembre se dará la vuelta. «A mi familia no le ha gustado nada que me fuera tan lejos, pero ahora ya se han acostumbrado y no dicen nada». Será porque ven la cara de satisfacción de Noelia cuando relata los avances que va viendo en su quehacer cotidiano: «Aportas un grano de arena imperceptible, pero al ver que la parte local esta entusiasmada con un proyecto que, cuando tú te vayas, seguirá, eso ya es satisfacción suficiente». Dentro de un tiempo, dice, cuando esté embarcada en otras rutinas, le gustaría volver a Honduras y a Angola, «y ver cómo y en qué ha cambiado». «Una vez que sales la primera vez, te quedas enganchada. Cuando regresas a casa sientes que falta una pieza en tu rompecabezas y entonces vuelves a salir, es una experiencia recomendable para todo aquel que quiera venir, pero que no trate de cambiar las cosas a su manera el primer día», avisa.