Investigadores españoles hallan un planeta extrasolar parecido a la Tierra

Alejandro Posilio

SOCIEDAD

10 abr 2008 . Actualizado a las 02:37 h.

«En menos de un decenio encontraremos el primer planeta que se parecerá a la Tierra en masa y órbita. Y estaremos en condiciones de decir si tiene vida o no analizando los compuestos químicos de su atmósfera. Pero seguramente la vida en otro sitio va a ser muy distinta a la que conocemos aquí. Estará más allá de la imaginación». Son palabras de Ignasi Ribas, director de un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ha predicho la existencia de un nuevo planeta extrasolar, bautizado con el nombre de GJ 436c, situado en la constelación de Leo, a 30 años luz de la Tierra.

Este nuevo cuerpo celeste tiene cinco veces la masa de la tierra, es decir, es el más pequeño exoplaneta detectado de los 280 que se conocen hasta el momento, ya que la mayor parte son gigantes gaseosos parecidos a Júpiter. Los planetas más pequeños, entre una y diez veces la masa de la tierra, se denominan supertierras. Y el recién descubierto podría tener un radio el 50% mayor que el de nuestro orbe y sería de tipo rocoso.

El GJ 436c gira en torno a la estrella de similar nombre GJ 436. Tarda 5,2 días terrestres en dar una vuelta a su estrella (frente a los 365 días de la Tierra) e invierte 4,2 días terrestres en dar una vuelta sobre sí mismo (la Tierra lo hace en 24 horas). La combinación de ambos movimientos lleva a que un día completo del planeta, desde la salida de su estrella hasta que vuelve a aparecer, sucede en cuatro años planetarios, que corresponden a 22 días terrestres.

En ningún caso este nuevo planeta sería habitable, porque la distancia con su estrella es muy inferior a la de la Tierra respecto al Sol. Según Ribas, un planeta en el que existiera alguna forma de vida debe tener una masa similar a la de la Tierra, agua líquida en la superficie, atmósfera y una distancia orbital respecto a su estrella también similar a la que separa la Tierra del Sol.

Los investigadores han conseguido explicar la existencia de este planeta extrasolar no viéndolo directamente, sino mediante simulaciones informáticas a través del estudio de las variaciones orbitales de otro planeta ya conocido de esa misma estrella al que perturba. «Este sistema abre un nuevo camino, que debería permitir la detección de planetas aún más pequeños en un futuro próximo, con el objetivo de descubrir mundos cada vez más parecidos a nuestra Tierra», resaltó Ignasi Ribas.

En el 2004, investigadores americanos estudiaron la estrella GJ 436 y descubrieron un planeta a su alrededor de tipo gaseoso y con una masa 22 veces superior a la Tierra, muy próximo a su estrella y que describía una órbita ligeramente elíptica completada en 2,6 días. Sin embargo, no vieron lo que se conoce como tránsitos, es decir, el paso de un planeta por delante del ángulo de visión situado entre la estrella y la Tierra, y que permite a los científicos detectarlo. Tres años después sí comprobaron estos tránsitos, lo que implicaba que su órbita había cambiado en este breve período de tiempo. Un sistema similar fue utilizado en el siglo XIX para detectar Neptuno.

Este estudio ha sido publicado en la revista especializada Astrophysical Journal.