Falsas acusaciones o amenazas de los padres son situaciones a las que debe enfrentarse el educador

La Voz

SOCIEDAD

24 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El colegio público de Os Tilos, en el concello coruñés de Teo, es uno de los centros en los que un día saltó la noticia. Fue por la agresión al director por parte de una progenitora hace prácticamente un año. Pese a ello, toda la comunidad educativa reconoce abiertamente que es un centro tranquilo. Lo parece. Os Tilos es una urbanización residencial pegada a la capital gallega, y su colegio de infantil y primaria apenas registra incidentes. Sin embargo, en una charla con los docentes durante el tiempo del recreo se pone de manifiesto que, aunque la situación no es ni mucho menos grave, en todas partes cuecen habas.

«A nivel físico son excepcións, sempre houbo casos e xente máis alterada. Eu teño un curso difícil e nunca tiven que chamar a ninguén, pero a sensación de que te están asoballando si a tes moitas veces», dice una profesora.

Juzgar al profesor

Los docentes aseguran que una minoría de padres tiene tendencia a controlar y a criticar la actuación de los profesores. «Todo el mundo es catedrático», explican. El problema de que un padre se ponga «gallito» es que no deja trabajar en libertad al profesor y eso afecta a todo el grupo. En estos casos, además, la solución nunca es el enfrentamiento, «que nunca es bueno». Otra de las situaciones que se sucede «e que fai trinta anos nin se podía pensar» es la tendencia a defender siempre al niño. «Pregúntanlle ao neno quén ten a razón, e o que diga o neno vai a misa», explican, «o peor non son os rapaces, senón que se sinten apoiados polos pais. E case nunca hai un neno conflitivo que non teña un pai detrás».

Depresión

Una de las profesoras del colegio asegura que el apoyo al profesor y el respaldo de su autoridad son básicos para mantener la autoestima, y de hecho «hai moita xente con depresión na profesión por sentirse mal co ambiente de traballo». En Galicia, los últimos datos publicados son del año 2006, en el que Educación gastó 33 millones en cubrir bajas, de las que las psiquiátricas supusieron el porcentaje más elevado. Tres años antes habían sido únicamente 23 millones.

Haciendo un poco de memoria, estos profesores recuerdan algunas de las situaciones más tensas que se vivieron en el centro. Además de la agresión al director, señalan otro conflicto con una madre que llegó hasta la Dirección Xeral de Ordenación Educativa, amenazas y «acusaciones de hechos gravísimos contra un profesor que no eran ciertas». Otra docente se enfrenta a tener que oír frases como esta: «Se lle pasa algo ao neno cárgome á profesora». Y es que los docentes se quejan de que haya una minoría que siempre desconfía de la labor profesional, «de que seamos los enemigos», dicen.

Pese a todo, la situación en este colegio de infantil y primaria es buena, y ha mejorado en la relación con los padres. Hace unos años era común que acudieran con frecuencia a cuestionar la actitud de los docentes hacia sus hijos. Como explican desde la sala de profesores, «antes constantemente venían a dar quejas de si le habías hecho algo a sus niños, ahora eso es menos frecuente».

Administración

Los profesores se quejan de otra situación. Del desamparo en el que se encuentran algunas veces cuando surge un conflicto. En este caso, hay disparidad en cuanto a la reacción de la Administración. En algunos enfrentamientos aseguran que la Consellería de Educación «reaccionó perfectamente», pero en otros afirman que «aquí no se presentó nadie para apoyarnos». Desde la Xunta afirman que en los casos en los que surge un conflicto cuando el docente está ejerciendo su función, los profesores tienen derecho a asistencia jurídica gratuita.

El director de este colegio resume los casos de acoso al docente como muy minoritarios y puntuales, pero recuerda que sería necesario reconocer las agresiones al personal docente, así como al sanitario, como un atentado a la autoridad, algo que en algunos juicios ya se ha empezado a tener en cuenta.