El robot que utilizó Superman llega a A Coruña

SOCIEDAD

| césar quian
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El hospital coruñés dispone ya del tercer Lokomat instalado en la sanidad pública española para reeducar la marcha en el 50% de los lesionados medulares

17 oct 2019 . Actualizado a las 21:34 h.

La unidad de lesionados medulares del Hospital Juan Canalejo de A Coruña dispone ya del primer sistema robotizado para el tratamiento de pacientes que, aunque no sufren daños completos en la médula espinal, tienen problemas severos de movilidad. El equipo tecnológico, el tercero instalado en la sanidad pública de España (los otros dos están en Toledo y Barcelona), tiene nombre propio, Lokomat , y fue dado a conocer en 1999 por el ya desaparecido actor Christopher Reeve, el Superman más famoso de la historia, cuando una caída del caballo lo dejó tetrapléjico.

Con una inversión de 240.000 euros, el sistema de entrenamiento consta de una estructura anclada al techo, desde donde se suspende al paciente en un arnés para sostenerlo en pie sobre una cinta sin fin. En las piernas se ajustan las ortesis mecánicas que, manejadas informáticamente, reproducen el movimiento y hacen caminar al lesionado. «Este sistema robotizado se basa en que en la médula existen unos centros generadores del movimiento y se trata de estimularlos por repetición, como enseñarles de nuevo a inducir la marcha», explica el doctor Antonio Montoto. Su aplicación solo es posible en pacientes que conservan al menos algo de movilidad y «no significa que el paciente vaya a salir corriendo del hospital», subrayan los expertos, cautos ante las expectativas que se pueden generar.

Los estudios realizados hasta el momento indican que el entrenamiento acelera la recuperación y ahorra recursos, ya que, básicamente, facilita el entrenamiento. Es la máquina la que mueve las piernas del enfermo, de modo que, si bien se precisa la participación de al menos dos fisioterapeutas para colocar correctamente al enfermo, la sesión se automatiza después.

El robot, además, se adapta a las características específicas de cada paciente, y el terapeuta puede regular no solo la velocidad de la marcha, sino el peso que se descarga, el recorrido y ángulo de flexión de cada articulación, e incluso limitar el trabajo de la propia máquina para forzar al enfermo a que él realice parte del esfuerzo. Por supuesto, registra todos los datos de cada sesión y la evolución.

El equipo de la ULM coruñesa, de referencia para toda Galicia, trabaja ahora en la elaboración de los protocolos que faciliten la práctica de los tratamientos, y se calcula que cada enfermo deberá completar tres sesiones semanales de treinta minutos de duración durante unos dos meses. Dado que el 60% de las lesiones medulares que se producen en Galicia -unas 125 al año- son incompletas, los expertos confían en que puedan beneficiarse de la tecnología al menos la mitad de los pacientes.

Es una terapia complementaria, junto con otras muchas que deben realizar, según subrayan los fisioterapeutas Montserrat Fernández, Graciela Franco y Javier Morchón, quienes también destacan la importancia de que el propio enfermo se implique en la rehabilitación y, sobre todo, la capacidad de superación que cada día comprueban entre los pacientes. El propio Lokomat busca en cierta forma un efecto respuesta del lesionado, que en una pantalla no solo puede seguir en los gráficos cuánto del movimiento depende de él mismo, sino que recibe en forma de smiles las felicitaciones del robot. De no alcanzar mejoras sensibles en la funcionalidad de los miembros inferiores, el Lokomat ayuda al menos en la recuperación muscular y, además, logra un efecto psicológico sobre el enfermo, que consigue verse de pie y andando , aunque sea con ayuda robótica.

José Antonio Grille es uno de los pacientes que, seis meses después del accidente que le «metió el cuello para dentro», describe, ya ha probado el aparato. Tiene 33 años y aquella noche la carretera de Santa Comba a Muros le inmovilizó brazos y piernas. Ayer caminó 637 metros en 26 minutos. «Todo lo que sea avance, todo lo que pueda ayudar, está bien -apunta-, aunque lo realmente bueno sería que yo moviese a la máquina, y no al revés».