Los bancos de tiempo «ocupan» ya a un centenar de personas en Galicia

SOCIEDAD

Estas instituciones gestionan el intercambio de horas para hacer pequeños favores a los demás

14 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Casi un centenar de gallegos ponen sus habilidades al servicio de los demás en los distintos bancos de tiempo que operan en la comunidad, unas instituciones que todavía se están implantando y que aún resultan desconocidas para la mayor parte de las personas. Un banco del tiempo es una institución en la que no cotiza el euro sino el tiempo libre que una persona pone a disposición de los demás.

El funcionamiento es sencillo: alguien se ofrece para realizar por otros aquello que mejor sabe hacer (bricolaje, clases de inglés, cuidado de niños o simple compañía); cada vez que una persona demanda sus servicios, recibe a cambio un cheque por valor de una hora, un tiempo que después puede canjear para beneficiarse de otro favor por parte de otro miembro del banco. Por su parte, quien recibe el servicio pasa a deber al banco una hora, que tendrá que devolver ofreciendo algún trabajo a cambio.

En una sociedad en la que las horas son un bien tan preciado como el dinero, algunas personas intentan rentabilizar el tiempo libre del que disponen intercambiando favores con los demás. No se trata, según los responsables de estos bancos, de quitarle trabajo a ningún profesional ni de realizar una simple labor de voluntariado. El objetivo es dar y recibir favores, una tarea que se encargan de gestionar los responsables de estos órganos.

El más activo hasta el momento es el banco de tiempo que gestiona la Federación de Asociacións Veciñais Eduardo Chao, de Vigo, creado el pasado mes de julio y que cuenta con 65 usuarios activos que ya han realizado un total de 146 intercambios de servicios. La mayor parte de los asociados son mujeres y el grupo de edad más numeroso es el que va desde los 25 a los 50 años. Las actividades con mayor demanda en este banco de Vigo son el aprendizaje de informática y el bricolaje, seguidos por la iniciación a Internet, el yoga, la electricidad, las clases de cocina y el arreglo de pequeños electrodomésticos. Por su parte, para lo que más se ofrecen los socios es para acompañar a las personas mayores al médico o a cualquier otra actividad y para ayudar a mayores y enfermos en sus lecturas, aunque la oferta es muy variada.

En el concello coruñés de Cambre, el colectivo Cambre Poco Solidario puso en marcha el pasado septiembre su propio banco y todavía está haciendo una labor de difusión para intentar aumentar su número de miembros, que suman una docena. «Lo ideal es tener un número mayor de gente para que haya más ofertas y demandas, pero la gente mayor tiene muchas habilidades que no valora», dicen sus responsables.

Un problema similar es el que apuntan los responsables del banco de tiempo de Foz. «Hai xente que di que quere facer intercambios, pero pensa que non ten nada que ofrecer», explican. Por esta razón, los responsables del banco, formados especialmente para este fin por medio de un curso organizado por el Servicio Galego de Igualdade, mantienen entrevistas personales con todos los interesados para asesorarlos acerca de aquello que pueden dar y recibir. El banco de Foz es otro de los que están en fase de creación y cuenta hasta el momento con diez personas interesadas en formar parte de esta iniciativa.

En fase de creación se encuentran también los bancos de tiempo de los municipios de A Coruña, Lugo, Ourense y Allariz. Este último cuenta con siete miembros que están haciendo intercambios de modo experimental.