El embajador de España ante la Santa Sede defendió tras una conferencia sobre Benedicto XVI la Educación para la Ciudadanía
27 jul 2007 . Actualizado a las 06:01 h.MADRID | «Los mensajes y actitudes renovadoras del Papa no llegan a España, donde se cultiva más el estereotipo del papa Ratzinger celoso, guardián de la ortodoxia más integrista y enemigo del progreso. Nada más lejos de la realidad. Tenemos un Papa intelectual, que incluso delega en gran medida la gestión del gobierno ordinario de la Iglesia, para así conservar tiempo para el estudio, la reflexión y poder seguir escribiendo su pensamiento. No olvidemos que el actual pontífice es autor de más de cuarenta libros. No es un hombre de acción, como Juan Pablo II; es un pensador, un teólogo».
Éstas son palabras de Francisco Vázquez, embajador de España en el Vaticano, en la conferencia titulada Mi mirada sobre el pontificado, que ofreció ayer en el curso sobre Benedicto XVI: pensamiento y propuesta en el segundo aniversario de su pontificado, organizado por la Fundación Universidad Rey Juan Carlos en su sede de Aranjuez.
Tras su ponencia, Vázquez trató ante los medios los asuntos más polémicos de las relaciones actuales entre el Gobierno socialista y la Iglesia española. Así, aseguró que no es «voluntad del PSOE llevar a cabo una revisión de los acuerdos con la Santa Sede». Además, precisó, en relación con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que ni la Iglesia se niega a impartir los principios y valores constitucionales para el conocimiento de los jóvenes ni el Gobierno quiere tutelar, ni mucho menos manipular, la conciencia de los alumnos españoles.
En cuanto a la charla, tras un año en Roma, Vázquez dibujó un perfil de Benedicto XVI del que destacó que habla «siempre en positivo, y de sus argumentos se pueden inferir sus discrepancias con los postulados de sus contrarios, pero nunca planteando su opinión desde la condena o la invectiva». El ex alcalde de A Coruña, que subrayó que el pontífice es un «perfecto conocedor de España, de su historia y de su papel en el mundo», enumeró las tres facetas del Papa más importantes de su «rica personalidad intelectual y espiritual»: la del catequista, el teólogo y el profesor.